Page 61 - Un-mundo-feliz-Huxley
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amenaza. Una amenaza sumamente estimulante. Avanzando por el pasillo,
Bernard no pudo contener su deseo de silbotear una canción.
Por la noche, en su entrevista con Watson, su versión de la charla
sostenida con el director cobró visos de heroicidad.
—Después de lo cual —concluyó—, me limité a decirle que podía irse al
Pasado sin Fin, y salí del despacho. Y esto fue todo.
Miró a Helmholtz Watson con expectación, esperando su simpatía, su
admiración. Pero Helmholtz no dijo palabra, y permaneció sentado, con los ojos
fijos en el suelo.
Apreciaba a Bernard; le agradecía el hecho de ser el único de sus conocidos
con quien podía hablar de cosas que presentía que eran importantes. Sin
embargo, había cosas, en Bernard, que le parecían odiosas. Por ejemplo, aquella
fanfarronería. Y los estallidos de autocompasión con que la alternaba. Y su
deplorable costumbre de mostrarse muy osado después de ocurridos los hechos,
y de exhibir una gran presencia de ánimo… en ausencia. Odiaba todo esto,
precisamente porque apreciaba a Bernard. Los segundos pasaban. Helmholtz
seguía mirando al suelo. Y, súbitamente, Bernard, sonrojándose, se alejó.