Page 58 - Un-mundo-feliz-Huxley
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El tono de Lenina era firme.
—Ya lo sé. Y por esto nos acostamos juntos ayer, como niños, en lugar de
obrar como adultos, y esperar.
—Pero fue divertido —insistió Lenina—. ¿No es verdad?
—¡Oh, sí, divertidísimo! —contestó Bernard.
Pero había en su voz un tono tan doloroso, tan amargo, que Lenina sintió
de pronto que se esfumaba toda la sensación de triunfo. Tal vez, a fin de
cuentas, Bernard la encontraba demasiado gorda.
—Ya te lo dije —comentó Fanny, por toda respuesta, cuando Lenina se lo
confió—. Eso es el alcohol que le pusieron en el sucedáneo.
—Sin embargo —insistió Lenina—, me gusta. Tiene unas manos preciosas.
Y mueve los hombros de una manera muy atractiva. —Suspiró—. Pero preferiría
que no fuese tan raro.