Page 104 - Un-mundo-feliz-Huxley
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—Y sin embargo —dijo Helmholtz cuando, habiendo recobrado el aliento
                  suficiente  para  presentar  excusas,  logró  que  el  Salvaje  escuchara  sus
                  explicaciones—, sé perfectamente que uno necesita situaciones ridículas y locas
                  como ésta; no se puede escribir realmente bien acerca de nada más. ¿Por qué
                  ese  viejo  escritor  resulta  un  técnico  en  propaganda  tan  maravilloso?  Porque
                  tenía  tantísimas  cosas  locas,  extremadas,  acerca  de  las  cuales  excitarse.  Uno
                  debe  poder  sentirse  herido  y  trastornado;  de  lo  contrario,  no  puede  pensar
                  frases  realmente  buenas,  penetrantes  como  los  rayos  X.  Pero…,  ¡padres  y
                  madres! —Movió la cabeza—. No podías esperar que pusiera cara seria ante los
                  padres y las madres. ¿Y quién va a apasionarse por si un muchacho consigue a
                  una chica o no la consigue?
                        El Salvaje dio un respingo, pero Helmholtz, que miraba pensativamente el
                  suelo, no se dio cuenta.
                        —No  —concluyó—,  no  me  sirve.  Necesitamos  otra  clase  de  locura  y  de
                  violencia.  Pero,  ¿qué?  ¿Qué?  ¿Dónde  puedo  encontrarla?  —Permaneció
                  silencioso un momento y después, moviendo la cabeza, dijo, por fin—: No lo sé;
                  no lo sé.
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