Page 67 - El Príncipe
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Historia. Ahora bien: cuando un príncipe adquiera un Estado nuevo que
añade al que ya poseía, entonces sí que conviene que desarme a sus nuevos
súbditos, excepción hecha de aquellos que se declararon partidarios suyos
durante la conquista; y aun a éstos, con el transcurso del tiempo y
aprovechando las ocasiones que se le brinden, es preciso debilitarlos y
reducirlos a la inactividad y arreglarse de modo que el ejército del Estado se
componga de los soldados que rodeaban al príncipe en el Estado antiguo.
Nuestros antepasados, y particularmente los que tenían fama de sabios,
solían decir que para conservar a Pistoya bastaban las disensiones, y para
conservar a Pisa, las fortalezas; por tal motivo, y para gobernarlas más
fácilmente, fomentaban la discordia en las tierras sometidas, medida muy
lógica en una época en que las fuerzas de Italia estaban equilibradas., pero
no me parece que pueda darse hoy por precepto, porque no creo que las
divisiones traigan beneficio alguno; al contrario, juzgo inevitable que las
ciudades enemigas se pierdan en cuanto el enemigo se aproxime, pues
siempre el partido más débil se unirá a las fuerzas externas, y el otro no
podrá resistir.
Movidos por estas razones, según creo, los venecianos fomentaban en las
ciudades conquistadas la creación de guelfos y gibelinos., y aunque no los
dejaban llegar al derramamiento de sangre, alimentaban, sin embargo, estas
discordias entre ellos, a fin de que, ocupados en sus diferencias, no se
uniesen contra el enemigo común. Pero, como hemos visto, este proceder se
volvió en su contra. pues, derrotados en Vailá, uno de los partidos cobró
valor y les arrebató todo el Estado. Semejantes recursos inducen a
sospechar la existencia de alguna debilidad en el príncipe, porque un
príncipe fuerte jamás tolerará tales divisiones, que podrán serle útiles en
tiempos de paz, cuando, gracias a ellas, manejará más fácilmente a sus
súbditos, pero que mostrarán su ineficacia en cuando sobrevenga la guerra.
Indudablemente, los príncipes son grandes cuando superan las
dificultades y la oposición que se les hace. Por esta razón, y sobre todo
cuando quiere hacer grande a un príncipe nuevo, a quien le es más
necesario adquirir fama que a uno hereditario, la fortuna le suscita
enemigos y guerras en su contra para darle oportunidad de que las supere y
pueda, sirviéndose de la escala que los enemigos le han traído, elevarse a
mayor altura. Y hasta hay quienes afirman que un príncipe hábil debe
fomentar con astucia ciertas resistencia para que, al aplastarlas, se
acreciente su gloria.