Page 69 - El Príncipe
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que teme más a los extranjeros que al pueblo debe pasarse sin ellas. El
castillo levantado por Francisco Sforza en Milán ha traído y traerá más
sinsabores a la casa Sforza que todas las revueltas que se produzcan en el
Estado. Pero, en definitiva, no hay mejor fortaleza que el no ser odiado por
el pueblo, porque si el pueblo aborrece al príncipe, no lo salvarán todas las
fortalezas que posea, pues nunca faltan al pueblo, una vez que ha empuñado
las armas, extranjeros que lo socorran.
En nuestros tiempos no se ha visto que hayan favorecido a ningún
príncipe, salvo a la condesa de Forli, después de la muerte del conde
Jerónimo, su marido; porque gracias a ellas pudo escapar al furor popular,
esperar el socorro de Milán y recuperar el Estado. Pero entonces las
circunstancias eran tales que los extranjeros no podían auxiliar al pueblo. Y
después su fortaleza de nada le sirvió, cuando César Borgia la asaltó y el
pueblo se plegó a él por odio a la condesa. Por lo tanto, mucho más seguro
le hubiera sido, entonces y siempre, no ser odiada por el pueblo que tener
fortalezas.
Consideradas, pues, estas cosas, elogiaré tanto a quien construya
fortalezas como a quien no las construya, pero censuraré a todo el que,
confiando en las fortalezas, tenga en poco el ser odiado por el pueblo.