Page 37 - El Príncipe
P. 37

en  dos  facciones,  los  Orsini  y  los  Colonna,  disputaban  continuamente  y
                acudían a las armas a la vista misma del pontífice, con lo cual la Santa Sede
                estaba  siempre  débil  y  vacilante.  Y  aunque  alguna  vez  surgiese  un  papa

                enérgico, como lo fue Sixto, ni la suerte ni la experiencia pudieron servirle
                jamás de manera decisiva, a causa de la brevedad de su vida, pues los diez
                años que, como término medio, vive un papa bastaban apenas para debilitar
                una  de  las  facciones.  Y  si,  por  ejemplo,  un  papa  había  casi  conseguido
                exterminar a los Colonna, resurgían éstos bajo otro enemigo de los Orsini, a
                quienes  tampoco  había  tiempo  para  hacer  desaparecer  por  completo;  por
                todo lo cual las fuerzas temporales del papa eran poco temidas en Italia.

                Vino por fin Alejandro VI y probó, como nunca lo había probado ningún
                pontífice, de cuánto era capaz un papa con fuerzas y dinero; pues tomando
                al  duque  Valentino  por  instrumento,  y  la  llegada  de  los  franceses  como
                motivo, hizo todas esas cosas que he contado al hablar sobre las actividades
                del duque. Y aunque su propósito no fue engrandecer a la Iglesia, sino al
                duque, no es menos cierto que lo que realizó redundó en beneficio de la

                Iglesia, la cual, después de su muerte y de la del duque, fue heredera de sus
                fatigas.  Lo  sucedió  el  papa  Julio,  quien,  con  una  Iglesia  engrandecida  y
                dueña  de  toda  la  Romaña,  con  los  nobles  romanos  dispersos  por  las
                persecuciones  de  Alejandro,  y  abierto  el  camino  para  procurarse  dinero,
                cosa  que  nunca  había  ocurrido  antes  de  Alejandro,  no  sólo  mantuvo  las
                conquistas  de  su  predecesor,  sino  que  las  acrecentó;  y  después  de
                proponerse  la  adquisición  de  Bolonia,  la  ruina  de  los  venecianos  y  la

                expulsión de los franceses de Italia. lo llevó a cabo con tanta más gloria
                cuando que lo hizo para engrandecer la Iglesia y no a ningún hombre. Dejó
                las facciones Orsini y Colonna en el mismo estado en que las encontró., y
                aunque ambas tuvieron jefes capaces de rebelarse, se quedaron quietas por
                dos razones: primero, por la grandeza de la Iglesia, que los atemorizaba, y
                después, por carecer de cardenales que perteneciesen a sus partidos, origen

                siempre de discordia entre ellos. Que de nuevo se repetirán toda vez que
                tengan cardenales que los representen, pues éstos fomentan dentro y fuera
                de Roma la creación de partidos que los nobles de una y otra familia se ven
                obligados a apoyar. Por lo cual cabe decir que las disensiones y disputas
                entre los nobles son originadas por la ambición de los prelados. Ha hallado,
                pues, Su Santidad el papa León una Iglesia potentísima; y se puede esperar
                que asi como aquéllos la hicieron grande por las armas, éste la hará aún más

                poderosa y venerable por su bondad y sus mil otras virtudes.
   32   33   34   35   36   37   38   39   40   41   42