Page 32 - El Príncipe
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esperar de un pueblo que no lo ame es el ser abandonado por él; de los
nobles, si los tiene por enemigos, no sólo debe temer que lo abandonen,
sino que se rebelen contra él; pues, más astutos y clarividentes, siempre
están a tiempo para ponerse en salvo, a la vez que no dejan nunca de
congratularse con el que esperan resultará vencedor. Por último, es una
necesidad para el príncipe vivir siempre con el mismo pueblo, pero no con
los mismos nobles, supuesto que puede crear nuevos o deshacerse de los
que tenía, y quitarles o concederles autoridad a capricho.
Para aclarar mejor esta parte en lo que se refiere a los grandes, digo que
se deben considerar en dos aspectos principales: o proceden de tal manera
que se unen por completo a su suerte, o no. A aquellos que se unen y no son
rapaces, se les debe honrar y amar; a aquellos que no se unen, se les tiene
que considerar de dos maneras: si hacen esto por pusilanimidad y defecto
natural del ánimo, entonces tú debes servirte en especial de aquellos que
son de buen criterio, porque en la prosperidad te honrarán y en la
adversidad no son de temer, pero cuando no se unen sino por cálculo y por
ambición, es señal de que piensan más en sí mismos que en ti, y de ellos se
debe cuidar cl príncipe y temerles como si se tratase de enemigos
declarados, porque esperarán la adversidad para contribuir a su ruina.
El que llegue a príncipe mediante el favor del pueblo debe esforzarse en
conservar su afecto, cosa fácil, pues el pueblo sólo pide no ser oprimido.
Pero el que se convierta en príncipe por el favor do los nobles y contra el
pueblo procederá bien si so empeña ante todo en conquistarlo, lo que sólo le
será fácil si lo toma bajo su protección. Y dado que los hombres se sienten
más agradecidos cuando reciben bien de quien sólo esperaban mal, se
somete el pueblo más a su bienhechor que si lo hubiese conducido al
principado por su voluntad. El príncipe puede ganarse a su pueblo do
muchas maneras, que no mencionaré porque es imposible dar reglas fijas
sobre algo que varía tanto según las circunstancias. Insistiré tan sólo en que
un príncipe necesita contar con la amistad del pueblo, pues de lo contrario
no tiene remedio en la adversidad.
Nabis, príncipe de los espartanos, resistió el ataque de toda Grecia y de
un ejército romano invicto, y le bastó, surgido el peligro, asegurarse de muy
pocos para defender contra aquéllos su patria y su Estado, que si hubiese
tenido por enemigo al pueblo, no le bastara. Y que no so pretenda desmentir
mi opinión con el gastado proverbio de que quien confía en el pueblo
edifica sobre arena; porque el proverbio sólo es verdadero cuando se trata