Page 25 - El Príncipe
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sido despojados del Reino por los españoles, y que unos y otros necesitaban
                comprar su amistad), se echaría sobre Pisa. Después de lo cual Luca y Siena
                no tardarían en ceder, primero por odio contra los florentinos, y después por

                miedo al duque; y los florentinos nada podrían hacer. Si hubiese logrado
                esto  (aunque  fuera  el  mismo  año  de  la  muerte  de  Alejandro),  habría
                adquirido  tanto  poder  y  tanta  autoridad,  que  se  hubiera  sostenido  por  sí
                solo, y no habría dependido más de la fortuna ni de las fuerzas ajenas, sino
                de su poder y de sus méritos.
                   Pero  Alejandro  murió  cinco  años  después  de  que  el  hijo  empezara  a
                desenvainar la espada. Lo dejaban con tan sólo un Estado afianzado: el de

                Romaña,  y  con  todos  los  demás  en  el  aire,  entre  dos  poderosos  ejércitos
                enemigos, y enfermo de muerte. Pero había en el duque tanto vigor de alma
                y de cuerpo, tan bien sabía cómo se gana y se pierde a los hombres, y los
                cimientos que echara en tan poco tiempo eran tan sólidos, que, a no haber
                tenido dos ejércitos que lo rodeaban, o simplemente a haber estado sano, se
                hubiese  sostenido  contra  todas  las  dificultades.  Y  si  los  cimientos  de  su

                poder eran seguros o no, se vio en seguida, pues la Romaña lo esperó más
                de un mes: y, aunque estaba medio muerto, nada se intentó contra él, a pesar
                de  que  los  Baglioni,  los  Vitelli  y  los  Orsini  habían  ido  allí  con  ese
                propósito; y si no hizo papa a quien quería, obtuvo por lo menos que no lo
                fuera quien él no quería que lo fuese. Pero todo le hubiese sido fácil a no
                haber estado enfermo a la muerte de Alejandro. El mismo me dijo, el día en
                que  elegido  Julio  II,  que  había  previsto  todo  lo  que  podía  suceder  a  la

                muerte de su padre, y para todo preparado remedio; pero que nunca había
                pensado  que  en  semejante  circunstancia  él  mismo  podía  hallarse
                moribundo.
                   No  puedo,  pues,  censurar  ninguno  de  los  actos  del  duque;  por  el
                contrario, me parece que deben imitarlos todos aquellos que llegan al trono
                mediante la fortuna y las armas ajenas. Porque no es posible conducirse de

                otro  modo  cuando  se  tienen  tanto  valor  y  tanta  ambición.  Y  si  sus
                propósitos  no  se  realizaron,  tan  sólo  fue  por  su  enfermedad  y  por  la
                brevedad  de  la  vida  de  Alejandro.  El  príncipe  nuevo  que  crea  necesario
                defenderse de enemigos, conquistar amigos, vencer por la fuerza o por el
                fraude, hacerse amar o temer de los habitantes, respetar y obedecer por los
                soldados, matar a los que puedan perjudicarlo, reemplazar con nuevas las
                leyes  antiguas,  ser  severo  y  amable,  magnánimo  y  liberal,  disolver  las

                milicias infieles, crear nuevas, conservar la amistad de reyes y príncipes de
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