Page 10 - El Extranjero
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Albert Camus El extranjero
primer gato atravesó lentamente la calle de nuevo desierta. Pensé entonces que era
necesario comer. Me dolía un poco el cuello por haber estado tanto tiempo apoyado en el
respaldo de la silla. Bajé a comprar pan y pastas, cociné y comí de pie. Quise fumar aún un
cigarrillo en la ventana, pero sentí un poco de frío. Eché los cristales y, al volverme, vi por
el espejo un extremo de la mesa en el que estaban juntos la lámpara de alcohol y unos
pedazos de pan. Pensé que, después de todo, era un domingo de menos, que mamá estaba
ahora enterrada, que iba a reanudar el trabajo y que, en resumen, nada había cambiado.
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