Page 73 - Tokio Blues - 3ro Medio
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Puesto que Reiko quiso saber quién era Tropa-de-Asalto, conté una vez más sus aventuras.
               Ella también se rió a carcajadas. Con las historias de Tropa-de-Asalto, el mundo entero se llenaba
               de paz y de risas.
                   A las seis fuimos los tres al comedor del pabellón principal a cenar. Naoko y yo comimos
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               pescado frito, ensalada, nimono, arroz y misoshiru . Reiko tomó una ensalada de macarrones y
               una taza de café. Después se fumó un cigarrillo.
                   —Cuando te haces mayor, el cuerpo no te pide tanta comida —explicó Reiko.
                   En  el  comedor  había  unas  veinte  personas  sentadas  a  las  mesas.  Mientras  estuvimos
               comiendo, entraron algunas más y salieron otras. Salvando las diferencias de edad, el aspecto que
               ofrecía el comedor era muy semejante al de la residencia. Lo que sí era distinto era que allí todos
               charlaban en un tono de voz uniforme. Nadie gritaba ni susurraba. Nadie se reía a carcajadas ni
               lanzaba gritos de sorpresa, nadie llamaba a nadie alzando la mano. Todos charlaban en voz baja,
               en el mismo volumen. Comían divididos en grupos integrados por entre tres y cinco personas.
               Cuando uno hablaba, los demás escuchaban con atención, asentían, y cuando aquél terminaba,
               otro tomaba la palabra. No sabía de qué estarían hablando, pero su conversación me recordó el
               extraño  partido  de  tenis  que  había  presenciado  al  mediodía.  Me  pregunté  si  Naoko  también
               hablaba de aquella forma cuando estaba con ellos. Fue curioso: sentí una mezcla de soledad y
               celos.
                   En  la  mesa  de  atrás,  un  hombre  calvo  que  vestía  bata  blanca,  sin  duda  un  médico,  les
               explicaba, a un joven con gafas de aspecto neurótico y a una señora de mediana edad con cara de
               ardilla, el efecto de la ingravidez sobre la secreción de los jugos gástricos. El joven y la mujer lo
               escuchaban exclamando: «¡Oh!», «¡Ah!». Pero yo, escuchando aquella conversación, empecé a
               dudar de que el hombre calvo de la bata blanca fuera realmente médico.
                   Nadie  en  el  comedor  me  prestaba  atención.  Nadie  me  miraba  con  curiosidad,  ni  siquiera
               parecían reparar en mí. Al parecer, no les extrañaba mi presencia.
                   Una sola vez, el hombre de la bata blanca se volvió hacia nuestra mesa y me preguntó:
                   —¿Hasta cuándo se quedará usted aquí?
                   —Dos noches. Regreso el jueves —le respondí.
                   —En esta época del año hace buen tiempo, ¿verdad? Pero vuelva en invierno. Es precioso,
               todo blanco —comentó.
                   —Quizá Naoko salga de aquí antes de que nieve —le dijo Reiko al hombre.
                   —¡Ah, vaya! Sí, el invierno está muy bien —repitió el hombre con solemnidad.
                   Yo cada vez tenía más dudas de que aquel hombre fuera médico.
                   —¿De qué hablan todos? —le pregunté a Reiko.
                   Ella no pareció captar el sentido de mi pregunta.
                   —¿De qué hablan? De cosas normales. De lo que han hecho durante el día, de los libros que
               han  leído,  del  tiempo  que  hará  mañana,  de  ese  tipo  de  cosas.  Supongo  que  no  esperabas  que
               alguien se levantara de un salto y gritara: «Mañana lloverá porque un oso polar se ha comido las
               estrellas».
                   —No  me  refería  a  eso  —tercié—.  Pero  todos  hablan  en  voz  baja,  y  me  preguntaba  qué
               estarían diciendo.
                   —Este es un lugar tan tranquilo que todo el mundo, espontáneamente, se acostumbra a hablar
               bajito —dijo Naoko apilando las espinas del pescado en un montoncito en el borde del plato.




               20  Nimono es un plato típico japonés que suele constar de verduras, pescado o carne cocida. Misoshiru es una sopa
               de miso, una pasta fermentada con una mezcla de agua, soja, cebada o arroz. (N. de la T.)
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