Page 191 - Tokio Blues - 3ro Medio
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Entre sorbo y sorbo de té, contemplé aquel extraño jardín donde se mezclaban
caprichosamente las rosas amarillas, las azaleas y las nandinas.
—Poco después llegó la ambulancia y se la llevó. A mí me interrogó la policía. En fin, es un
decir. No me preguntaron gran cosa. Naoko había dejado una nota antes de morir, era evidente
que se trataba de un suicidio. Parecía que lo mínimo que cabía esperar de un enfermo mental
fuera que se suicidara.
—Qué funeral tan triste tuvo Naoko, ¿verdad? —dije—. Tan silencioso, con tan poca gente...
A su familia les preocupaba saber cómo me había enterado de que Naoko había muerto. Supongo
que no querían que la gente se enterara de que había sido un suicidio. La verdad es que no tendría
que haber acudido. Me sentí aún peor, y después me marché de viaje.
—Watanabe, ¿salimos a dar un paseo? —sugirió Reiko—. Podríamos ir a comprar algo para
la cena. Estoy hambrienta.
—¿Hay algo que te apetezca comer en especial?
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—Sukiyaki —dijo—. Hace muchos años que no lo he probado. Incluso se me aparece en
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sueños. La carne, la cebolla, los fideos konnyaku , el tōfu, las hojas de crisantemo, todo
cociéndose a fuego lento.
—Sí, pero no tengo ninguna cazuela.
—No importa. Yo me ocupo de eso. Voy a pedirle una al casero.
Reiko se encaminó hacia la casa principal y volvió con una cazuela, un hornillo de gas
portátil y una larga manga de goma.
—¿Qué te parece? Fantástico, ¿eh?
—¡Y que lo digas! —dije admirado.
En la calle comercial del barrio compramos la carne de ternera, los huevos, las verduras y el
tōfu; en la bodega, un vino relativamente bueno. Aunque quise invitarla, al final acabó pagándolo
todo ella.
—Si se enteran de que mi sobrino tiene que pagarme la comida, me convertiré en el
hazmerreír de la familia —bromeó Reiko—. Además, tengo bastante dinero. No temas. No me he
marchado del sanatorio sin blanca.
De vuelta en casa, Reiko lavó el arroz y lo puso a cocer y yo extendí la manga de gas hasta el
porche e hice los preparativos para cocinar el sukiyaki. Cuando estuvo todo listo, Reiko sacó su
guitarra del estuche, se sentó en el porche, ya sumido en la penumbra, y tocó una Fuga de Bach
como si estuviera probando el instrumento. Tocaba los pasajes más bonitos intencionadamente
despacio, con sentimiento, escuchando cada acorde. Reiko parecía una chica de diecisiete o
dieciocho años contemplando extasiada un vestido que le gustaba. Le brillaban los ojos, los
labios dibujaban una sonrisa. Cuando acabó de tocar la melodía, se apoyó en una columna del
porche, alzó la vista al cielo y se sumió en sus pensamientos.
—¿Puedo hablarte? —le pregunté.
—Claro. Estaba pensando que tenía hambre —dijo Reiko.
—¿Irás a visitar a tu marido y a tu hija? Viven en Tokio, ¿no?
—En Yokohama. No, no iré. Ya te lo conté, ¿no es cierto? Para ellos es mejor no relacionarse
conmigo. Tienen una nueva vida y sería muy duro volver a verlos. Creo que es mejor que no
vaya.
28 Plato de carne cocida con variedad de legumbres que se cocina en la mesa en un hornillo portátil. (N. de la T.)
29 Planta de la familia de las colocasias originaria del Asia tropical con cuya raíz molida se elaboran unos fideos de
consistencia gelatinosa que se emplean como ingrediente en las nabe-ryōri, comida que se cocina en la mesa con
un hornillo, entre las que se cuenta el sukiyaki. En inglés se llama konjak. (N. de la T.)