Page 196 - Tokio Blues - 3ro Medio
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—Si te soy sincera, me da pánico ir sola a Asahikawa. Así que escríbeme. Cuando lea tus
               cartas sentiré que estás a mi lado.
                   —Te  escribiré  tanto  como  quieras.  Pero  estate  tranquila.  Vayas  adonde  vayas,  saldrás
               adelante.
                   —Me da la sensación de que todavía tengo algo metido dentro. Debe de ser una alucinación.
                   —Es una pálida sombra de lo que fue. —Me eché a reír.
                   Reiko también se rió.
                   —No me olvides —me rogó.
                   —No te olvidaré nunca.
                   —Tal vez jamás vuelva a verte, pero siempre me acordaré de ti y de Naoko.
                   Miré  a  Reiko  a  los  ojos.  Estaba  llorando.  En  un  impulso,  la  besé.  Al  pasar,  la  gente  nos
               miraba  con  curiosidad,  pero  a  mí  no  me  importaba.  Estábamos  vivos  y  teníamos  que
               preocuparnos por seguir viviendo.
                   —Sé feliz —dijo Reiko en el momento de separarnos—. Ya te he dado todos los consejos
               que  podía  ofrecerte.  No  me  queda  nada  que  decir.  Sólo  que  seas  feliz.  Te  deseo  la  parte  de
               felicidad que le correspondía a Naoko, y también la mía.
                   Nos dijimos adiós con la mano y nos separamos.

                   Llamé a Midori por teléfono.
                   —Quiero hablar contigo —le dije—. Tengo muchas cosas que contarte. Eres lo único que
               deseo en este mundo. Necesito verte. Quiero empezar una nueva vida a tu lado.
                   Al otro lado de la línea, Midori enmudeció durante largo tiempo. Aquel silencio recordaba
               todas las lluvias del mundo cayendo sobre la faz de la Tierra. Yo, mientras tanto, permanecí con
               los ojos cerrados y la frente apoyada en el cristal. Por fin, Midori habló.
                   —¿Dónde estás? —susurró.
                   ¿Dónde estaba? Todavía con el auricular en la mano, levanté la cabeza y miré alrededor de la
               cabina. ¿Dónde estaba? No logré averiguarlo. No tenía la más remota idea de dónde me hallaba.
               ¿Qué sitio era aquél? Mis pupilas reflejaban las siluetas de la multitud dirigiéndose a ninguna
               parte. Y yo me encontraba en medio de ninguna parte llamando a Midori.
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