Page 174 - Tokio Blues - 3ro Medio
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apoyada en la palma de su mano. Al otro lado de la ventana llovía. Era la lluvia, vertical, sin
viento, propia de la estación de las lluvias, que lo empapaba todo de manera uniforme. Aún
después de que los otros estudiantes se hubieran ido, Midori seguía callada e inmóvil. Luego sacó
un cigarrillo Marlboro del bolsillo de la chaqueta tejana, se lo llevó a los labios y me entregó una
caja de cerillas. Yo encendí una cerilla y le prendí el cigarrillo. Midori, frunciendo los labios,
lentamente, me echó una bocanada de humo a la cara.
—¿Te gusta mi peinado?
—Es precioso.
—¿Cuánto? —preguntó Midori.
—Es tan bonito que podría derribar todos los árboles de todos los bosques de la Tierra —le
dije.
—¿Lo piensas de veras?
—Sí.
Midori se quedó mirándome a los ojos un momento y me tendió la mano derecha. Yo la
presioné. Ella pareció sentir un alivio mayor que el que yo sentía. Tiró la colilla al suelo y se
levantó.
—Comamos algo. Estoy hambrienta.
—¿Dónde?
—En el comedor de los grandes almacenes Takashimaya, en Nihonbashi.
—¿Por qué quieres ir tan lejos?
—A veces me apetece ir a esos sitios.
Así que cogimos el metro y fuimos hasta Nihonbashi. Dado que había estado lloviendo
durante toda la mañana, los grandes almacenes estaban casi desiertos. Dentro olía a tierra mojada.
Nos dirigimos al comedor del sótano y, tras estudiar atentamente la comida expuesta en el
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escaparate, nos decidimos por un maku no uchi-bentō . Pese a ser la hora del almuerzo, el
comedor no estaba lleno.
—Hace tiempo que no comía en unos grandes almacenes —comenté tomando un sorbo de té
verde en una de esas tazas blancas y lisas que sólo se encuentran en estos comedores.
—A mí me gusta —dijo Midori—. Me da la sensación de estar haciendo algo especial. Quizá
sea porque, de niña, mis padres apenas me traían.
—A mí me da la impresión de que siempre debía de estar metido en sitios así. Porque a mi
madre le encantaban los grandes almacenes.
—¡Qué suerte!
—Qué quieres que te diga. A mí no me gustan demasiado.
—No, no es eso. Tuviste suerte de que se ocuparan tanto de ti.
—Soy hijo único —dije.
—Yo, de niña, pensaba que cuando fuera mayor iría sola a los grandes almacenes y comería
hasta hartarme todas las cosas que me gustaran. Es patético: estar comiendo a dos carrillos tú sola
en un lugar así. No es muy divertido. Tampoco puede decirse que la comida sea deliciosa. Son
restaurantes tan grandes y siempre están tan llenos... Y hay ruido. Además, el aire está cargado.
Con todo, a veces me entran ganas de pasarme por aquí.
—Durante estos dos meses me he sentido muy solo —tercié.
—Sí, ya me lo decías en tu carta —añadió Midori con voz átona—. En fin, será mejor que
comamos. En este momento es lo único en que puedo pensar.
26 Tipo de bentō, menú variado servido en una caja, que consiste en arroz y otros alimentos. (N. de la T.)