Page 176 - Tokio Blues - 3ro Medio
P. 176

Intenté decir algo, pero se me hizo un nudo en la garganta y no pude articular palabra.
                   Midori arrojó la colilla en un charco.
                   —No  pongas  cara  de  espanto.  Me  deprimes.  Tranquilo,  ya  sé  que  te  gusta  otra  chica;  no
               espero nada del otro mundo. Pero abrázame. Eso sí podrías hacerlo por mí. Durante estos dos
               meses lo he pasado muy mal.
                   Nos  abrazamos  en  el  fondo  de  la  sala  de  juegos,  bajo  el  paraguas.  Nos  estrechamos  con
               fuerza el uno contra el otro; nuestros labios se buscaron. Su pelo y la solapa de su chaqueta tejana
               olían a lluvia. «¡Qué suave y cálido es el cuerpo de una mujer!», pensé. Percibía el tacto de sus
               senos contra mi pecho a través de la chaqueta.  Me daba la sensación de haber estado mucho
               tiempo sin haber tenido contacto físico con otro ser humano.
                   —La última noche en que nos vimos hablé con mi novio. Y rompimos —dijo.
                   —Midori,  me  gustas  mucho.  No  quiero  que  te  alejes  de  mí.  Pero  es  imposible.  En  este
               momento estoy atado de pies y manos.
                   —¿A causa de ella?
                   Asentí.
                   —Dime, ¿te has acostado con ella?
                   —Una vez, hace un año.
                   —¿Has vuelto a verla?
                   —Sí, en dos ocasiones. Pero no hemos hecho nada.
                   —¿Por qué? ¿Ella no te quiere?
                   —Quién sabe —reconocí—. La situación es muy compleja. Tenemos varios problemas. Todo
               esto hace mucho tiempo que dura, y yo, la verdad, he acabado por no entender las cosas. Ni las
               entiendo  yo,  ni  las  entiende  ella.  Lo  único  que  sé  es  que,  como  ser  humano,  siento  cierta
               responsabilidad hacia ella. Y no puedo desvincularme. Al menos así lo siento ahora. Aun en el
               caso de que ella no me quiera.
                   —Soy una mujer de carne y hueso. —Midori presionó su mejilla contra mi cuello—. Estoy
               entre tus brazos y confesándote que te quiero. Haré lo que tú me digas. Soy un poco alocada, pero
               me  tengo  por  una  chica  honesta,  una  buena  chica.  Soy  trabajadora,  guapa,  tengo  los  pechos
               bonitos, sé cocinar, tengo un depósito en fideicomiso en el banco con lo que me dejó mi padre.
               ¿No te parezco un buen partido? Si no te quedas conmigo, acabaré yéndome a otra parte.
                   —Necesito tiempo —dije—. Tiempo para pensar, para arreglar las cosas, para decidir qué es
               lo mejor. Lo siento, pero por ahora eso es lo único que puedo prometerte.
                   —Pero yo te gusto y no quieres que me aleje de ti, ¿no es cierto?
                   —Sí.
                   Midori se separó de mí y me miró a los ojos, sonriendo.
                   —Te esperaré. Confío en ti —accedió—. Pero cuando me elijas, quiero ser la única. Cuando
               hagas el amor conmigo, piensa sólo en mí. ¿Entiendes lo que trato de decirte?
                   —Perfectamente.
                   —No me hagas daño. Bastante me han herido ya a lo largo de mi vida. No quiero que me
               hieran nunca más. Quiero ser feliz.
                   La atraje hacia mí y la besé.
                   —Suelta  este  estúpido  paraguas  y  abrázame  con  fuerza,  con  los  dos  brazos  —me  ordenó
               Midori.
                   —Sin paraguas, nos quedaremos empapados.
                   —¡Qué más da! No importa. Ahora quiero que me abraces sin pensar en nada. He estado
               aguantando durante dos meses.
   171   172   173   174   175   176   177   178   179   180   181