Page 148 - Tokio Blues - 3ro Medio
P. 148

9

                   El  lunes  Midori  no  apareció  en  clase.  Me  pregunté  qué  podía  haberle  ocurrido.  Habían
               transcurrido diez días desde la última vez que habíamos hablado por teléfono. Pensé en llamarla a
               su casa, pero recordé que me había dicho que sería ella quien se pondría en contacto conmigo, de
               modo que abandoné la idea.
                   El jueves vi a Nagasawa en el comedor. Se acercó a mí con la bandeja en la mano, se sentó a
               mi lado y se disculpó por la escena del sábado.
                   —No tiene importancia. Al contrario, gracias a ti por la cena —le dije—. En todo caso, fue
               una celebración un poco extraña.
                   —Y que lo digas —concedió.
                   Durante un rato comimos en silencio.
                   —Ya he hecho las paces con Hatsumi —informó.
                   —Era de esperar —comenté.
                   —Tengo la sensación de que también fui desagradable contigo.
                   —¿Qué te pasa hoy que estás tan crítico contigo mismo? ¿Te encuentras mal?
                   —Es posible. —Hizo dos o tres gestos afirmativos con la cabeza—. Por cierto, Hatsumi me
               ha dicho que le aconsejaste que se separara de mí.
                   —Lógico, ¿no te parece?
                   —Sí, tal vez.
                   —Ella es muy buena persona. —Tomé un sorbo de misoshiru.
                   —Ya lo sé. —Nagasawa suspiró—. Demasiado buena para mí.

                   Cuando sonó el timbre que me anunciaba que tenía una llamada telefónica, yo dormía tan
               profundamente como si estuviese muerto. Me encontraba en pleno sueño. Así que no comprendí
               nada de lo que estaba pasando. Me sentía como si, durante el sueño, mi cabeza hubiera estado en
               remojo y mi cerebro se hubiese hinchado. Miré el reloj. Eran las seis y cuarto, ¿de la mañana o de
               la tarde? Tampoco logré recordar en qué día del mes ni en qué día de la semana estábamos. Eché
               una ojeada al exterior, vi que la bandera no pendía del asta. Deduje que debían de ser las seis y
               cuarto de la tarde. Al menos la ceremonia de izamiento de la bandera tenía alguna utilidad.
                   —Watanabe, ¿estás libre ahora? —preguntó Midori.
                   —¿Qué día de la semana es hoy?
                   —Viernes.
                   —¿Por la tarde?
                   —Claro. ¡Mira que eres raro! Son las seis y dieciocho minutos.
                   «De la tarde. Lo suponía», pensé. ¡Ahora lo entendía! Me había tumbado en la cama con la
               intención  de  leer  y  me  había  quedado  dormido.  «Viernes...»,  me  dije  poniendo  mi  cabeza  en
               funcionamiento. Sí, el viernes por la noche no trabajaba.
                   —Estoy libre. ¿Dónde estás?
                   —En la estación de Ueno. Ahora mismo salgo para Shinjuku. ¿Quieres que nos veamos?
                   Fijamos el lugar y la hora antes de colgar.

                   Cuando llegué al bar DUG, Midori me esperaba sentada a un extremo de la barra, tomando
               una copa. Llevaba una gabardina blanca, muy arrugada, sobre un fino jersey de color amarillo y
               unos vaqueros. En la muñeca lucía dos brazaletes.
                   —¿Qué estás tomando? —le pregunté.
   143   144   145   146   147   148   149   150   151   152   153