Page 145 - Tokio Blues - 3ro Medio
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—Yo de ti me separaría de él. Busca a una persona con unas ideas más normales que te haga
               feliz. Por más simpatía que uno le tenga a Nagasawa, al final acaba viendo que no es un hombre
               con quien se pueda ser feliz. Él no busca la felicidad, ni para él ni para los demás. A su lado sólo
               conseguirás destrozarte los nervios. En mi opinión, es un milagro que hayas aguantado tres años
               con él. Por supuesto, lo aprecio a mi manera. Lo encuentro un  chico interesante, tiene buenas
               salidas, posee un talento y una fuerza que yo jamás tendré. Pero su modo de pensar y de vivir es
               atípico. A veces, cuando hablo con él, tengo la sensación de estar en un círculo vicioso. Mientras
               él, siguiendo el mismo proceso, llega a alguna parte, yo voy dando vueltas y más vueltas y siento
               un vacío tremendo. En resumen, nos regimos por sistemas distintos.  ¿Entiendes lo que quiero
               decir?
                   —Lo entiendo muy bien. —Hatsumi sacó otra cerveza de la nevera.
                   —Nagasawa, cuando entre en el Ministerio de Asuntos Exteriores, después del cursillo de
               preparación, se irá al extranjero por algún tiempo. ¿Y tú qué harás? ¿Te quedarás esperándole? Él
               no quiere casarse con nadie.
                   —Ya lo sé.
                   —Entonces no tengo nada más que decir.
                   —Está bien.
                   Llené el vaso de cerveza y bebí despacio.
                   —Hace un rato, mientras jugábamos al billar, se me ha ocurrido algo —dije—. Verás. Yo no
               tengo hermanos, me he criado solo, pero, a pesar de ello, jamás me he sentido solo, ni nunca he
               deseado tener hermanos. Siempre he estado bien solo. Sin embargo, hace un rato he pensado que
               me hubiera gustado tener una hermana mayor como tú. Una hermana guapa y elegante, a quien le
               sentara bien un vestido azul medianoche y unos pendientes de oro y que fuera tan buena como tú
               jugando al billar.
                   Hatsumi sonrió y me miró a los ojos.
                   —Es lo más bonito que me han dicho durante este último año. Has hecho que me sienta feliz.
                   —Quiero que seas feliz. —Me ruboricé—. Pero es extraño. Una persona como tú, que podría
               ser feliz con cualquiera, ¿por qué se empeña en salir con alguien como Nagasawa?
                   —Quizá  fue  inevitable.  Ni  siquiera  yo  puedo  hacer  nada.  Nagasawa  diría  que  es
               responsabilidad mía.
                   —Sin duda. —Le di la razón.
                   —Watanabe, yo no soy muy inteligente. Soy una chica más bien tonta y chapada a la antigua.
               No me interesan ni los sistemas ni las responsabilidades. Me bastaría con casarme, que el hombre
               que amo me tomara entre sus brazos todas las noches, tener hijos. Lo único que deseo es esto.
                   —El busca algo completamente distinto.
                   —Pero las personas cambian, ¿no crees? —me preguntó Hatsumi.
                   —¿Te refieres a cuando se enfrentan a una sociedad que las vapulea  y  no les queda más
               remedio que madurar a golpes?
                   —Al estar un tiempo separados, quizá cambien sus sentimientos hacia mí.
                   —Esto es lo que le sucedería a una persona normal —dije—. Pero él es distinto. Tiene una
               voluntad mucho más fuerte de lo que podamos imaginar, y además cada día que pasa se refuerza
               en  su  postura.  Nagasawa  se  crece  ante  las  dificultades.  Es  una  persona  capaz  de  comer  una
               babosa antes que volver la espalda. Hatsumi, ¿qué esperas de alguien así?
                   —No puedo sino esperarle. —Hatsumi apoyó la mejilla en la palma de la mano.
                   —¿Tanto le quieres?
                   —Sí —respondió de inmediato.
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