Page 140 - Tokio Blues - 3ro Medio
P. 140

cocidas regadas con salsa. Los camareros se retiraron de inmediato. Nagasawa cortó el pato con
               el  cuchillo,  comió  con  apetito  y  bebió  whisky.  Yo  comía  espinacas.  Hatsumi  aún  no  había
               probado bocado.
                   —Watanabe, no sé a qué circunstancias te refieres, pero no creo que este comportamiento sea
               propio de ti. ¿Qué opinas?
                   La chica posó las manos sobre la mesa y fijó su mirada en mí.
                   —No lo sé —dije—. A veces yo también lo pienso.
                   —¿Por qué lo haces?
                   —Porque a veces necesito calor —volví a reconocer—. Si no tengo la calidez de una piel me
               siento muy solo.
                   —En resumen —intervino Nagasawa—. Watanabe está enamorado de una chica pero, dadas
               las circunstancias, no puede acostarse con ella. Por eso ha decidido que sólo busca sexo. ¿Qué
               hay de malo en eso? Tiene su lógica. No tiene por qué encerrarse en casa  y estar todo el día
               masturbándose.
                   —Pero, si realmente quieres a esa chica, podrías aguantarte, ¿no es cierto, Watanabe?
                   —Tal vez sí. —Me llevé a la boca un trozo de lubina bañado en salsa.
                   —Tú no entiendes el deseo sexual masculino —le espetó Nagasawa a Hatsumi—. Yo, por
               ejemplo, llevo saliendo contigo tres años y, además, he estado acostándome todo el tiempo con
               otras mujeres. Pero de ésas ni me acuerdo. Ni sé cómo se llaman, ni recuerdo sus caras. Jamás me
               acuesto con la misma chica más de una vez. Las conozco, me acuesto con ellas y me marcho.
               Nada más. ¿Qué hay de malo en ello?
                   —No  soporto  tu  arrogancia  —replicó  Hatsumi  con  voz  áspera—.  No  se  trata  de  que  te
               acuestes con otras. Que yo sepa, hasta ahora no me he enfadado nunca por tus devaneos...
                   —A eso no puede llamársele «devaneos». No es más que un juego. No hago daño a nadie —
               se defendió Nagasawa.
                   —A mí sí me lo haces —dijo Hatsumi—. ¿Por qué no tienes bastante conmigo?
                   Nagasawa permaneció un rato en silencio, removiendo el whisky en su vaso.
                   —No se trata de que no me baste contigo, sino de algo muy distinto. En mi interior hay una
               especie de sed que tengo que saciar. Y, si esto te hiere, lo siento mucho. Yo soy así. Tengo que
               vivir con esta sed. Esta ansia define mi vida. No puedo evitarlo.
                   Por fin, Hatsumi tomó el tenedor y el cuchillo y empezó a comer la lubina.
                   —Por lo menos, podrías dejar en paz a Watanabe.
                   —Watanabe  y  yo  nos  parecemos,  no  creas  —continuó  Nagasawa—.  Los  dos  somos
               incapaces de interesarnos por nadie más que no sea nosotros mismos. Dejando de lado que uno
               sea arrogante y el otro no. A ambos sólo nos interesa qué pensamos, qué sentimos, qué hacemos.
               Por eso no podemos pensar en nadie más. Esto es lo que a mí me gusta de él. Pero todavía no
               tiene plena conciencia de ello y a veces duda, se siente herido.
                   —¿Hay  algún  ser  humano  que  no  dude  y  no  se  sienta  herido?  —reflexionó  Hatsumi—.
               ¿Estás diciéndome que tú jamás has dudado ni te has sentido herido?
                   —Es  obvio  que  yo  también  dudo  y  me  siento  herido.  Pero  esto,  con  disciplina,  puede
               mitigarse.  Incluso  las  ratas  aprenden  a  elegir  el  circuito  donde  reciben  menos  descargas
               eléctricas.
                   —Pero las ratas no se enamoran.
                   —«Las  ratas  no  se  enamoran»  —repitió  Nagasawa,  y  me  miró—.  ¡Qué  bonito!  Quiero
               música ambiental. Una orquesta con dos arpas...
                   —No me tomes el pelo. Estoy hablando en serio.
   135   136   137   138   139   140   141   142   143   144   145