Page 76 - La Odisea alt.
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un terreno mejor, despejado de rocas y resguardado del viento. Hacia allí me
lancé para recobrar el ánimo, y allí me sobrevino la divina noche. Y yo, en un
aparte del río de divina corriente, apenas salido del mar me tumbé a descansar
entre unos arbustos, una vez que hube recogido un montón de hojarasca. Y la
deidad me infundió un sueño infinito.
»Allí entre las hojas, abrumado en mi corazón, dormí toda la noche y por
el alba y el mediodía. Se ponía el sol cuando me abandonó el dulce sueño. Y
vi a las sirvientas de tu hija jugando en la orilla. Entre éstas estaba ella
semejante a las diosas. La supliqué. Y no tuvo ella el mínimo recelo en su
noble decisión, como uno podría esperar que hiciera una criatura joven con la
que uno se topa de pronto. Porque los jóvenes son a menudo de poca cordura.
Ella me ofreció pan en abundancia y vino rojizo, y me lavó en el río y me
entregó estas ropas. Aunque agobiado de penas, te he referido punto por punto
la verdad».
Le respondió Alcínoo a su vez y le dijo:
«Huésped, en una cosa no acertó a pensar lo correcto mi hija, ya que no te
trajo en compañía de sus sirvientas a nuestra casa. Tú, como es natural, le
suplicaste al encontrarla».
En respuesta le contestó el muy sagaz Odiseo:
«Héroe, no por eso censures por mi causa a la irreprochable muchacha.
Pues ella me invitaba a seguirla en compañía de sus criadas. Pero yo no quise
por temor y por respeto, no fuera que tu ánimo se enojara al verme. Pues
somos en nuestra tierra muy suspicaces las gentes».
A él le respondió a su vez Alcínoo y dijo:
«Huésped, no tengo en mi pecho un corazón que se llene de rencor a la
ligera. Me satisface todo lo correcto. ¡Ojalá Zeus Padre, Atenea y Apolo, me
concedieran que, siendo tú como eres y de acuerdo con mis pensamientos,
obtuvieras a mi hija y pudieras llamarte mi yerno, quedándote aquí! Yo te
daría casa y riquezas, si quisieras quedarte. Pero contra tu voluntad no te
retendrá ninguno de los feacios. No resultaría eso grato a Zeus Padre. Por lo
tanto, yo te garantizo el viaje, para que lo sepas bien, para mañana.
»Mientras que tú descansas, abandonado al sueño, éstos te llevarán por el
mar en calma, hasta que llegues a tu patria y tu hogar. Adondequiera que te sea
grato, incluso si está mucho más allá de Eubea, que afirman que está
lejanísima aquellos de los nuestros que la vieron cuando llevaban al rubio
Radamantis a visitar a Ticio, hijo de la Tierra. En efecto ellos llegaron hasta
allí, y sin fatiga realizaron ese trayecto, en un solo día, y regresaron luego a
sus casas. Constatarás tú mismo con tus sentidos cuán magníficas son mis
naves y mis muchachos para franquear el mar a golpes de remo».