Page 72 - La Odisea alt.
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o de la luna el brillo en torno a la encumbrada mansión del magnánimo
Alcínoo. Porque sus muros estaban forjados en bronce a uno y otro lado, desde
el portal hasta el fondo, y en torno iba corrido un friso azul oscuro. Áureos
portones cerraban el paso de la bien murada casa. Jambas de plata se yerguen
sobre el umbral broncíneo, de plata es también el dintel, y áureo el llamador. A
uno y otro lado había además unos perros dorados que forjó Hefesto con sus
ingeniosos diseños, para que custodiaran la mansión del magnánimo Alcínoo,
inmortales y sin vejez para todos sus días. Dentro había a lo largo del muro
asientos dispuestos acá y allá, en fila desde la entrada hasta el fondo, y estaban
bien cubiertos con ropajes de bello tejido, tarea de las mujeres. Allí se
sentaban los principales de los feacios mientras comían y bebían. Allí
acostumbraban a reunirse a lo largo del año.
Y unas estatuas doradas de muchachos estaban erguidas sobre bien
dispuestos altares sosteniendo en sus manos encendidas antorchas que daban
luz en las salas a los invitados al banquete en la noche. Cincuenta esclavas
había en el palacio; las unas muelen en sus muelas el rubicundo grano, las
otras tejen telas y rebobinan, sentadas, los husos del telar, semejantes a las
hojas del esbelto álamo negro, y de los tejidos de lino gotea el húmedo aceite.
Tanto como sabios son los feacios entre todos los hombres en impulsar una
nave rápida sobre el alta mar, tanto las mujeres lo son en fabricar las telas,
pues les concedió Atenea saber esas espléndidas labores y nobles
pensamientos.
Más allá del patio, cerca del portón, se halla un huerto de cuatro yugadas y
en torno suyo se ha levantado una cerca a ambos costados. Allí han brotado
grandes árboles en flor, perales, granados, y manzanos de espléndidos frutos,
dulces higueras y lozanos olivos. Sus frutos nunca se pierden, y no faltan ni en
invierno ni en verano, son perennes. De continuo la brisa del Céfiro produce
los unos y madura los otros. La pera envejece sobre la pera, la manzana sobre
la manzana, la uva en la uva y el higo sobre el higo. Allí está plantado un
prolífico viñedo, del que algunos frutos tendidos en un suelo abrigado se secan
al sol, mientras otros se vendimian y otros se pisan, en tanto que más allá otras
vides están en flor y otras van negreando sus uvas. Allí también, en el fondo
del huerto, han brotado arriates de verduras de todo tipo, en sazón todo el año.
Y hay allí dos fuentes, la una vierte su agua por todo el jardín, y la otra la
impulsa por el otro lado, a lo largo del umbral, en dirección a la alta casa,
adonde van por agua los ciudadanos. Así de espléndidos eran, pues, en los
dominios de Alcínoo, los dones de los dioses.
Allí, parado, los admiraba el muy sufrido y divino Odiseo. Luego, después
de haberlo contemplado todo en su ánimo, penetró presurosamente
traspasando el umbral. Encontró a los príncipes y notables de los feacios
haciendo libaciones en honor del certero Argifonte, a quien ofrecían libaciones