Page 55 - La Odisea alt.
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francamente mi mensaje, pues a eso me invitas.
»Zeus me manda venir aquí en contra de mi deseo. ¿Quién por propio
impulso cruzaría a la carrera tan inmensa extensión de agua salada? Tampoco
hay cerca ciudad alguna de hombres, que en honor de los dioses ofrezcan
sacrificios y excelentes hecatombes. Sin embargo de ningún modo es posible a
otro dios esquivar o incumplir el designio de Zeus portador de la égida.
Afirma que contigo habita un hombre, mucho más desdichado que los demás,
de los guerreros que combatieron en torno de la ciudad de Príamo durante
nueve años, y al décimo arrasaron la ciudad y se volvieron a su casa. Pero en
el regreso ofendieron a Atenea, que sobre ellos lanzó un viento funesto y
grandes olas. Entonces perecieron todos los otros, sus nobles compañeros,
pero a él hasta aquí le impulsaron el vendaval y el oleaje.
»A ése ahora te manda que lo despidas a toda prisa. Pues no es su destino
morir acá lejos de los suyos, sino que por designio divino ha de ver a su
familia y regresar a su mansión de alto techo y a su tierra patria».
Así habló, y estremecióse Calipso, la divina entre las diosas. Y tomando la
palabra le replicó estas palabras aladas:
«Sois crueles, dioses, envidiosos en extremo de otros, y os irritáis contra
las diosas que se acuestan con hombres sin reparos, cuando alguna hace a uno
compañero de lecho. Así cuando la Aurora de rosáceos dedos raptó a Orion,
entonces tanto os irritasteis los dioses de fácil vida contra ella que al cabo lo
mató en Ortigia la santa Ártemis, asaeteándolo con sus suaves flechas. Así
cuando Deméter de hermosas trenzas, cediendo a su pasión, compartió su
amor y su lecho con Jasión en la gleba labrada tres veces, no tardó en enterarse
Zeus, que lo mató asaeteándolo con un fulgente rayo. Así ahora, de nuevo, os
irritáis conmigo, dioses, porque conviva con un hombre mortal.
»A él yo lo salvé, cuando subido sobre la quilla, solitario vagaba, después
de que Zeus golpeando su rauda nave con el fulgente rayo la quebró en medio
del ponto vinoso. Allí entonces perecieron todos sus otros compañeros, pero a
él hasta aquí le arrastraron el vendaval y el oleaje. Yo lo trataba con cariño y lo
cuidaba, e incluso le propuse hacerlo inmortal e inmune a la vejez para
siempre.
»Pero, puesto que de ningún modo es posible a otro dios esquivar e
incumplir el designio de Zeus portador de la égida, que se vaya, ya que él me
lo manda y ordena, por el mar estéril. Pero yo no puedo transportarlo a otra
parte. No tengo en mi casa ni naves ni compañeros que puedan escoltarlo
sobre el ancho lomo del mar.
»No obstante, le aconsejaré benévola y nada le ocultaré, a fin de que sin
grandes daños alcance su tierra patria».