Page 42 - La Odisea alt.
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»Así hablé, y en seguida me contestó la divina entre las diosas:
»“Pues bien, yo voy a hablarte con sinceridad, extranjero. Frecuenta este
litoral cierto anciano del mar, veraz, inmortal, el egipcio Proteo, que conoce
todos los hondones del mar, como súbdito de Poseidón. Cuentan que es mi
padre y que él me dio el ser. Si a éste tú de alguna manera pudieras tenderle
una trampa y atraparlo, él es quien podría decirte tu rumbo, los términos de tu
ruta y el viaje de regreso, cómo vas a regresar por el mar poblado de peces.
Incluso puede decirte, divino retoño, si tú lo quieres, lo que ha acaecido en tu
palacio, lo bueno y lo malo, mientras tú te encontrabas ausente en tu largo y
penoso viaje”.
»Así habló y yo, luego, contestándole, dije:
»“Aconséjame ahora tú misma acerca de la trampa para el divino anciano,
no sea que la advierta de antemano y, previéndola, se me escape. Porque a un
dios le es difícil a un hombre capturarlo”.
»Así le dije y al punto me respondió la divina entre las diosas:
»“Pues bien, voy a hablarte con total franqueza, extranjero. Cuando el sol
cruza por el medio del cielo, entonces sale del mar el verídico anciano marino,
bajo los soplos del Céfiro, envuelto en un sombrío encresparse de olas, y,
arribando a la orilla, va a acostarse a una honda gruta. A su alrededor las focas
de ágiles aletas, hijas de una bella diosa marina, duermen amontonadas,
saliéndose del espumoso mar, exhalando el acre olor de los fondos marinos.
»Yo voy a conduciros hasta allí, en cuanto despunte la aurora, para que os
tumbéis detrás de ellas. Tú elige bien a tres compañeros, los mejores que
tengas en tus naves bien bancadas. Y te revelaré todos los trucos del viejo ese.
»En primer lugar contará y pasará revista a las focas. Luego apenas las
haya enumerado a todas con sus cinco dedos y las haya revistado, se acostará
en medio de ellas, como un pastor en medio de sus rebaños de ovejas. En
cuanto vosotros le veáis tumbado aprestad entonces vuestro vigor y vuestra
fuerza, para apresarle allí aunque se muestre embravecido y se debata para
escapar. Lo intentará transformándose en todos los seres que se arrastran por
tierra, y en agua, y en repentino fuego. Pero vosotros agarradlo fuertemente y
apretadle aún más.
»Luego, cuando ya él te interrogue con palabras, mostrándose con el
mismo aspecto que tenía cuando se echó a dormir, entonces abandonad ya
vuestra violencia y soltad al anciano, y preguntadle, héroe, qué dios es el que
te acosa y por tu regreso, cómo vas a volver por el mar poblado de peces”.
»Tras de haber hablado así, sumergióse en el mar, que encrespó sus olas,
mientras yo caminaba hacia donde estaban nuestras naves varadas en las