Page 27 - La Odisea alt.
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«¡Oh Néstor Neleíada, gran gloria de los aqueos! Desde luego que le vengó
muy bien aquél y los aqueos le darán honor amplio para que lo sepan incluso
los venideros. ¡Pues ojalá a mí también me concedieran los dioses tan gran
ánimo para vengarme de los pretendientes de ultrajante soberbia, que
ejerciendo su desmesura traman contra mí actos que reclaman venganza! Pero
no tramaron los dioses tan gran ventura para mi padre y para mí. Ahora, con
todo hay que resignarse».
Le respondió a su vez el caballero de Gerenia, Néstor:
«Oh amigo, ya que tú me lo has recordado y lo mencionaste, sí que
afirman que numerosos pretendientes de tu madre en tu palacio a despecho
vuestro traman daños. Dime: ¿acaso te doblegas de buen grado, o es que la
gente de tu pueblo te aborrece, atendiendo al oráculo de un dios? ¿Quién sabe
si ha de vengarse aquél un día, al regresar, de esos actos de violencia,
presentándose solo o con todos los aqueos?
»¡Ojalá, en efecto, a ti decidiera quererte Atenea de ojos glaucos tanto
como tenía afecto por el ilustre Odiseo antaño en el país de los troyanos,
donde padecimos penalidades los aqueos! Pues nunca he visto que los dioses
quisieran tan claramente a nadie, como claramente le asistía a él Palas Atenea.
¡Ojalá así decidiera quererte y se cuidara de ti en su ánimo! ¡Con eso seguro
que más de uno de ellos olvidaría la boda!».
Le respondió a su vez el juicioso Telémaco:
«¡Oh anciano, no creo que tal deseo llegue a cumplirse jamás! ¡Cierto que
te has expresado con harta grandeza! El asombro me domina. No me puede
acontecer tal cosa, por mucho que lo anhelo, ni si los dioses así lo quisieran».
Le replicó entonces la diosa Atenea de ojos glaucos:
«Telémaco, ¡qué frase se te ha escapado del cerco de los dientes!
Fácilmente puede un dios, si lo quiere, salvar incluso desde lejos a un hombre.
Preferiría yo, al menos, llegar a mi hogar y ver el día de regreso, incluso tras
de haber sufrido muchos dolores, a volver y morir en el hogar como murió
Agamenón, bajo la trampa de Egisto y de su esposa. Pero de muerte semejante
ni siquiera los dioses pueden rescatar a un hombre querido una vez que el
funesto sino de la tristísima muerte lo ha arrebatado».
A ella le contestó, a su vez, el juicioso Telémaco:
«¡Méntor, no hablemos más de eso, por mucho que nos agobie! Para él ya
no es probable el regreso, sino que ya le decidieron los inmortales la muerte y
un negro destino fatal. Ahora quiero pasar a otro tema y preguntarle a Néstor,
ya que supera en saber de justicia y en cordura a los demás. Porque dicen que
ha regido a tres generaciones de hombres. ¡Oh Néstor, hijo de Neleo,