Page 24 - La Odisea alt.
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hijo de Odiseo. Luego que se asaron las carnes de por encima y las hubieron
               apartado del fuego, hicieron las partes y celebraron el muy famoso banquete.

                   Más  tarde,  cuando  ya  hubieron  saciado  su  apetito  de  bebida  y  comida,
               empezó a hablarles el caballero de Gerenia, Néstor:

                   «Ahora  ya,  cuando  se  han  saciado  de  alimento,  es  mejor  momento  para
               charlar  y  preguntar  a  nuestros  huéspedes  quiénes  son.  ¿Quiénes  sois,

               forasteros?  ¿Desde  dónde  navegáis  los  líquidos  senderos?  ¿Es  en  pos  de
               alguna  empresa  o  andáis  vagando  sin  rumbo  por  el  mar,  como  piratas  que
               vagan exponiendo sus vidas y llevando consigo la ruina a otras gentes?».

                   A  él  le  contestó,  a  su  vez,  el  sagaz  Telémaco,  animoso.  Pues  la  misma
               Atenea le había infundido ánimos en su interior, a fin de que le interrogara
               sobre su padre ausente, y que cobrara luego noble fama entre los humanos.

                   «¡Oh Néstor, hijo de Neleo, gran gloria de los aqueos! Nos preguntas que
               de dónde somos. Yo te lo diré con precisión.


                   »Nosotros hemos venido de Ítaca, al pie del Neyo. Nuestra empresa, que
               voy  a  decirte,  no  es  comunitaria,  sino  privada.  Voy  en  pos  del  amplio
               renombre de mi padre, por si en algún lugar oigo hablar de él, del muy sufrido,
               divino Odiseo, quien dicen que combatiendo a tu lado conquistó la ciudad de
               los troyanos. Que de todos los demás que en Troya pelearon hemos sabido en
               dónde pereció cada uno con cruel muerte, pero a él le impuso un ignoto final

               el  hijo  de  Crono.  Nadie  puede,  en  efecto,  contarnos  de  plano  dónde  ha
               perecido,  si  en  tierra  firme  fue  derrotado  por  hostiles  guerreros  o  si  acaso
               quedó en el mar bajo el oleaje de Anfitrite.

                   »Por  esta  causa  llego  ahora  suplicante  a  tus  rodillas,  por  si  quisieras
               referirme la triste perdición de aquél, si en alguna parte la viste con tus propios
               ojos, o si oíste el relato de algún otro viajero. ¡Pues muy digno de lástima le
               dio a luz su madre! Y no me lo endulces por decoro ni por compasión, sino

               que  cuéntamelo  bien  a  fondo,  cómo  te  encontraste  con  tal  noticia.  Te  lo
               suplico, si es que alguna vez mi padre, el noble Odiseo, cumplió por entero la
               palabra o el gesto que hizo como promesa en el país de los troyanos, donde
               padecisteis  pesares  los  aqueos.  Recuérdalo  ahora  en  mi  favor  y  dime  la
               verdad».

                   Le respondió luego el caballero de Gerenia, Néstor:


                   «¡Ah, amigo, cómo a fondo me has rememorado el quebranto que en aquel
               país sufrimos los hijos de los aqueos, incontenibles en valentía, ya cuando en
               las naves sobre el brumoso mar navegábamos en busca de botín por donde nos
               llevaba  Aquiles,  ya  todas  las  veces  que  en  torno  a  la  gran  ciudadela  del
               soberano Príamo combatíamos! ¡Allí cayeron muertos los mejores caudillos!
               Allá yace el belicoso Ayante, allá Aquiles, allá Patroclo, consejero comparable
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