Page 19 - La Odisea alt.
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»Por lo tanto, olvida la amenaza y la intención de los necios pretendientes,
que no son nada sensatos ni justos. Nada saben de la muerte y el negro destino
que ya les ronda cerca: que todos van a perecer en un mismo día.
»Para ti el viaje que meditas no va a retardarse ya mucho. En mi tienes,
pues, a un leal camarada de tu padre, tanto que he de prepararte una negra
nave y yo mismo marcharé contigo. Conque ve a tu casa y reúnete con los
pretendientes, consigue provisiones y guárdalas todas en recipientes, el vino
en jarras y la harina, sustento de los humanos, en tersos pellejos.
»Yo recogeré en seguida en el pueblo a los compañeros que vengan
voluntarios. Muchas naves hay en la marinera Ítaca, nuevas y antiguas. Me
fijaré entre ellas en la que sea la mejor. La equiparemos enseguida y la
botaremos al anchuroso mar».
Así habló Atenea, hija de Zeus. No se demoró ya más tiempo Telémaco,
que había escuchado la voz de un dios. Echó a andar hacia su casa,
preocupado en su corazón, y allí encontró a los arrogantes pretendientes en sus
salas, desollando cabras y asando cerdos en el patio.
Salió Antínoo riendo al encuentro de Telémaco. Le cogió de la mano y
empezó a hablarle y le llamaba por su nombre:
«Telémaco de altanero lenguaje, incontenible en tu furor, que no te
preocupe en tu pecho ningún mal acto ni palabra, sino ven a comer y beber
conmigo, como antes. Todo eso bien te lo procurarán los aqueos: una nave y
unos remeros seleccionados, para que cuanto antes arribes a la muy sagrada
Pilos a por noticia de tu famoso padre».
Le contestó en réplica el juicioso Telémaco:
«Antínoo, no me es posible de ningún modo asistir al banquete a vuestro
lado, en silencio, y disfrutar sereno de él. ¿No es ya bastante cómo habéis
arrasado muchas y valiosas propiedades mías en el pasado, cuando yo era aún
niño? Ahora cuando ya soy adulto y al escuchar el relato ajeno me doy por
enterado, y ya se me subleva el ánimo en mi interior, intentaré echaros a las
funestas Parcas, tanto si me voy a Pilos como si me quedo en mi pueblo.
»Me iré, y no será un viaje baldío el que os anuncio. Lo haré como simple
pasajero, ya que no logré ni una nave ni remeros. Así, seguramente, os ha
parecido más provechoso».
Así habló, y soltó su mano de la de Antínoo prontamente. En la casa los
pretendientes se dedicaban al festín, y lo zaherían y le atacaban con palabras
de burla. De este modo hablaba uno de los jóvenes jactanciosos:
«Ya está Telémaco cavilando nuestra matanza. Tal vez vaya a traerse
algunos protectores de la arenosa Pilos, o acaso incluso de Esparta, ya que