Page 205 - La Odisea alt.
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anhelo de llanto, ella volvió a responder a sus palabras y dijo:
«Ahora, extranjero, tú que ya antes merecías mi compasión, serás para mí
querido y venerado. Porque yo misma le ofrecí esas ropas que has nombrado,
sacándolas de mi alcoba, y prendí en ellas ese brillante broche para que lo
llevara como adorno. ¡Y no voy a acogerlo ya más, regresando a su casa, a su
querida tierra patria! ¡Así, entonces, con funesto destino en la cóncava nave
zarpó Odiseo para contemplar la maldita Ilión, la innombrable!».
Respondiéndola le replicó el muy astuto Odiseo:
«Desde luego, cualquiera que haya perdido un esposo legítimo, al que se
ha unido con amor y de quien tuvo hijos, lo llora con añoranza, aunque no sea
Odiseo, de quien dicen que era semejante a los dioses. Mas calma tu llanto, y
escucha mi relato, porque te voy a dar noticias suyas, de verdad y sin tapujos,
que yo he oído ha poco del regreso de Odiseo, ya cercano y vivo, en el
próspero país de los tesprotos. Además trae consigo muchos y excelentes
regalos, que obtuvo de otras gentes. Sin embargo, perdió a sus fieles
compañeros y su nave cóncava en el alta mar de color de vino, al pasar por la
isla de Trinacia. Contra él se indignaron Zeus y Helios, porque a las vacas de
éste dieron muerte sus compañeros.
»Todos ellos murieron en el ponto tempestuoso, mientras que a él, asido a
la quilla de la nave, el oleaje lo arrojó a la costa sólida, en el país de los
feacios, que son casi como dioses. Éstos, entonces, lo honraron de corazón tal
como a un dios, y le dieron muchos presentes y ellos mismos se ofrecieron a
traerlo a su casa sano y salvo. Que hasta hubiera podido haberse quedado allí
Odiseo, pero a él le pareció mejor, en su ánimo, reunir riquezas en su viaje por
tan extenso país. Es que Odiseo destaca mucho entre los hombres mortales por
sus ganancias y ningún otro humano rivalizaría en eso con él. Así me lo contó
Fidón, el rey de los tesprotos. Juró además ante mí, mientras me ofrecía su
vino en su palacio, que le tenía ya aparejada la nave y prestos sus compañeros,
los que iban a darle escolta hasta su querida tierra patria.
»Pero me despidió a mí antes. Casualmente iba a zarpar entonces una nave
de gente tesprota hacia Duliquio rica en trigo. Me mostró las riquezas todas
que había amontonado Odiseo. Seguramente podrían mantener a un hombre en
diez generaciones. ¡Tantos tesoros tenía custodiados en las cámaras del rey!
Dijo éste que él se había ido a Dodona para escuchar de la divina encina de
airoso follaje la voluntad de Zeus acerca de cómo debía regresar a su querida
tierra patria, después de tan larga ausencia, si de manera franca o furtivamente.
»Conque él está sano y salvo, y va a volver muy pronto, y no estará ya
apartado de sus familiares y su tierra patria por mucho tiempo. De esto
prestaré mi juramento. ¡Pongo por testigo ahora en primer lugar a Zeus,
supremo y óptimo, y al hogar del intachable Odiseo, al que he llegado, de que