Page 95 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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porque al entrar en ella en semejante caballería no creo que está en uso hasta ahora? Así es verdad,

                  dijo Don Quijote; lo que puedes hacer dél es dejarle a sus aventuras, ahora se pierda o no, porque

                  serán tanto los caballos que tendremos después que salgamos vencedores, que aún corre peligro

                  Rocinante no le trueque por otro; pero estáme atento y mira, que te quiero dar cuenta de los

                  caballeros más principales que en estos dos ejércitos vienen, y para que mejor los veas y los notes,
                  retirémonos a aquel altillo que allí se hace, de donde se deben descubrir los dos ejércitos.


                  Hiciéronlo así y pusiéronse sobre una loma, desde la cual se veían bien las dos manadas que a Don

                  Quijote se le hicieron ejército, si las nubes del polvo que levantaban no les turbara y cegara la vista;
                  pero con todo esto, viendo en su imaginación lo que no veía ni había, con voz levantada comenzó a

                  decir: Aquel caballero que allí ves de las armas jaldes, que trae en el escudo un león coronado

                  rendido a los pies de una doncella, es el valeroso Laurcalco, señor de la Puente de Plata. El otro de

                  las armas de las flores de oro, que trae en el escudo tres coronas de plata en campo azul, es el temido

                  Micocolembo, gran duque de Quirocia. El otro




                  de los miembros gigantes que está a su derecha mano, es el nunca medroso Brandabarbaran de

                  Boliche, señor de las tres Arabias, que viene armado de aquel cuero de serpiente, y tiene por escudo
                  una puerta, que según es fama, es una de las del templo que derribó Sanson cuando con su muerte

                  se vengó de sus enemigos. Pero vuelve los ojos a estotra parte, y verás delante y en la frente de

                  estotro ejército al siempre vencedor y jamás vencido Timonel de Carcajona, príncipe de la Nueva

                  Vizcaya, que viene armado con las armas partidas a cuarteles azules, verdes, blancos y amarillos, y

                  trae en el escudo un gato de oro en campo leonado con una letra que dice "Miau", que es el principio

                  del nombre de su dama, que según se dice es la sin par Miaulina, hija del duque de Alfeñiquen del
                  Algarbe. El otro, que carga y oprime los lomos de aquella poderosa alfana, que trae las armas como

                  nieve blancas, y el escudo blanco y sin empresa alguna, es un caballero novel, de nación francés,

                  llamado Pierres Papin, señor de las baronías de Utrique. El otro, que bate las hijadas con los

                  herrados carcaños a aquella pintada y lijera cebra, y trae las armas de los veros azules, es el




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