Page 74 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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honrada y estimada de todos los buenos del mundo, pues muestra que en él ella es sola la que con

                  tan honesta intención vive. O ya que fuese por las amenazas de Don Quijote, o porque




                  Ambrosio les dijo que concluyesen con lo que a su buen amigo debían, ninguno de los pastores se

                  movió ni apartó de allí, hasta que, acabada la sepultura, y abrasados los papeles de Grisóstomo,

                  pusieron su cuerpo en ella, no sin muchas lágrimas de los circunstantes. Cerraron la sepultura con
                  una gruesa peña, en tanto que se acababa una losa que, según Ambrosio dijo, pensaba mandar hacer

                  un epitafio, que había de decir de esta manera:


                  Yace aquí de un amador el mísero cuerpo helado, que fue pastor de ganado, perdido por desamor.

                  Murió a manos del rigor de una esquiva hermosa ingrata, con quien su imperio dilata la tiranía de
                  amor.


                  Luego esparcieron por encima de la sepultura muchas flores y ramos, y dando todos el pésame a su

                  amigo Ambrosio se despidieron dél. Lo mismo hicieron Vivaldo y su compañero, y Don Quijote se

                  despidió de sus huéspedes y de los caminantes, los cuales le rogaron se viniese con ellos a Sevilla,
                  por ser lugar tan acomodado a hallar aventuras que en cada calle y tras cada esquina se ofrecen más

                  que en otro alguno. Don Quijote les agradeció el aviso y el ánimo que mostraban de hacerle merced,

                  y dijo que por entonces no quería ni debía ir a sevilla, hasta que hubiese despojado todas aquellas

                  sierras de ladrones malandrines, de quien era fama que todas estaban llenas. Viendo su buena

                  determinación, no quisieron los caminantes importunarles más, sino tornándose a despedir de

                  nuevo, le dejaron y prosiguieron su camino, en el cual no les faltó de qué tratar, así de la historia de
                  Marcela y Grisóstomo, como de las locuras de Don Quijote; el cual determinó de ir a buscar a la

                  pastora Marcela, y ofrecerle todo lo que él podía en su servicio. Mas no le avino como él pensaba,

                  según se cuenta en el discurso desta verdadera historia.



                  Capítulo 15: Donde se cuenta la desgraciada aventura que se topó Don Quijote en topar con unos

                  desalmados yangüeses



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