Page 67 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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venimos la historia deste vuestro enamorado y desesperado amigo, y sabemos la amistad vuestra y
la ocasión de su muerte, y lo que dejó mandado al acabar de la vida: de la cual lamentable historia se
puede sacar cuanta haya sido la crueldad de Marcela, el amor de Grisóstomo, la fe de la amistad
vuestra, con el paradero que tienen los que a rienda suelta corren por la senda que el desvariado
amor delante de los ojos les pone. Anoche supimos la muerte de Grisóstomo, y que en este lugar
había de ser enterrado, y así de curiosidad y de lástima dejamos nuestro derecho viaje, y acordamos
de venir a ver con los ojos lo que tanto nos había lastimado en oíllo; y en pago desta lástima y del
deseo que en nosotros nació de remedialla si pudiéramos, os rogamos, oh discreto Ambrosio, a lo
menos yo os lo suplico de mi parte, que dejando de abrasar estos papeles, me dejéis llevar algunos
dellos. Y sin aguardar que el pastor respondiese, alargó la mano y tomó algunos de los que más
cerca estaban. Viendo lo cual Ambrosio, dijo: por cortesía consentiré que os quedéis, señor, con los
que ya habéis tomado; pero pensar que dejaré de quemar los que quedan es pensamiento vano.
Vivaldo, que deseaba ver lo que los papeles decían, abrió luego el uno dellos, y vio que tenía por
título: Canción desesperada. Oyólo Ambrosio y dijo: ese es el último papel que escribió el
desdichado y porque veáis, señor, en el término que le tenían sus desventuras, leedle de modo que
seáis oído, ue bien os dará lugar a ello el que se tardare en abrir la sepultura. Eso haré yo de muy
buena gana, dijo Vivaldo. Y como todos los circunstantes tenían el mismo deseo, se pusieron a la
redonda, y él, leyendo en voz clara, vio que así decía:
Capítulo 14: Donde se ponen los versos desesperados del difunto pastor, con otros no esperados
sucesos
CANCION DE GRISOSTOMO Ya que quieres, cruel, que se publique de lengua en lengua, y de una
en otra gente, del áspero rigor tuyo la fuerza, Haré que el mismo infierno comunique al triste pecho
mío un son doliente, con que el uso común de mi voz tuerza.
Y al par de mi deseo que se esfuerza a decir mi dolor y tus hazañas, de la espantable voz irá el
acento, y en él mezclados por mayor tormento pedazos de las míseras entrañas.
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