Page 64 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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del valeroso Amadís de Gaula, nunca tuvo dama señalada a quien pudiese encomendarse, y con todo
esto no fue tenido en menos, y fue un muy valiente y famoso caballero. A lo cual respondió nuestro
Don Quijote: Señor, una golondrina sola no hace verano; cuanto más que yo sé que de secreto
estaba ese caballero muy bien enamorado; fuera de aquello de querer a todas bien, cuantas bien le
parecían, era condición natural a quien no podía ir a la mano. Pero en resolución, averiguado está
muy bien que él tenía una sola a quien le había hecho señora de su voluntad; a la cual se
encomendabaq muy a menudo y muy secretamente, porque se preció de secreto caballero. Luego si
es de esencia que todo caballero andante haya de ser enamorado, dijo el caminante, bien se puede
creer que vuestra merced lo es, pues de la profesión, y si es que vuestra merced no se precia de ser
tan secreto como Don Galaor, con las veras que puedo, le suplico, en nombre de toda esta compañía
y en el mío, nos diga el nombre, patria, calidad y hermosura de su dama, que ella se tendrá por
dichosa de que todo el mundo sepa que es querida y servida de un tal caballero como vuestra
merced parece. Aquí dio un gran suspiro Don Quijote y dijo: yo no podré afirmar si la dulce mi
enemiga gusta o no de que el mundo sepa que yo la sirvo; sólo sé decir, respondiendo a lo que con
tanto comedimiento se me pide, que su nombre es Dulcinea, su patria el Toboso, un lugar de la
Mancha; su calidad por lo menos ha de ser princesa, pues es reina y señora mía; su hermosura
sobrehumana, pues en ella se vienen a hacer verdaderos todos los imposibles y quiméricos atributos
de belleza qeu los poetas dan a sus damas; que sus cabellos son oro, su frente campos elíseos, sus
cejas arcos del cielo, sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes,
alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos, su blacura nieve; y las partes que a la vista
humana encubrió la honestidad son tales, según yo pienso y entiendo, que sola la discreta
consideración puede encarecerlas y no compararlas. El linaje, prosapia y alcurnia querríamos saber,
replicó Vivaldo. A lo cual respondión Don Quijote: no es de los antiguos Curcios, Gayos y Cipiones
romanos, ni de los modernos Colonas y Ursinos, ni de los Moncadas y Requesens de Cataluña, ni
menos de los Rebellas y Villenovas de Valencia, y Palafoxes Nuzas, Rocabertis, Corellas, Lunas,
Alagones, Urreas, Foces y Gurreas de Aragón; Cerdas, Manriques, Mendozas y Guzmanes de
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