Page 66 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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uno de los que al muerto trujeron dijo a otro: mirad bien, Ambrosio, si es este el lugar que
Grisóstomo dijo, ya que queréis que tan puntualmente se cumpla lo que dejó mandado en su
testamento. Esto es, repondió Ambrosio, que muchas veces en él me contó mi desdichado amigo la
historia de su desventura. Allí me dijo él que vio la vez primera a aquella enemiga mortal del linaje
humano, y allí fue también donde la primera vez le declaró su pensamiento tan honesto como
enamorado, y allí fue la última vez donde Marcela le acabó de desengañar y desdeñar; de suerte que
puso fin a la tragedia de su miserable vida y aquí, en memoria de tantas desdichas, quiso él que le
depositasen en las entrañas del eterno olvido. Y volviéndose a Don Quijote y a los caminantes,
prosiguió diciendo: ese cuerpo, señores, que con piadosos ojos estáis mirando, fue depositario de un
alma en quien el cielo puso infinita parte de sus riquezas. Ese es el cuerpo de Grisóstomo, que fue
único en el ingenio, sólo en la cortesía, extremo en la gentileza, fénix en la amistad, magnífico sin
tasa, grave sin presunción, alegre sin bajeza, y finalmente, primero en todo lo que es ser bueno, y sin
segundo en todo lo que fue sr desdichado. Quiso bien, fue aborrecido; adoró, fue desdeñado; rogó a
una fiera, importunó a un mármol, corrió tras el viento, dio voces a la soledad, sirvió a la ingratitud,
de quien alcanzó por premio ser despojo de la muerte en la mitad de la carrera de su vida, a la cual
dio fin una pastora, a quien él procuraba eternizar para que viviera en la memoria de las gentes, cual
lo pudieran mostrar bien estos papeles que estáis mirando, si él no me hubiera mandado que los
entregara al fuego en habiendo entregado su cuerpo a la tierra. De mayor rigor y crueldad usaréis
vos con ellos, dijo Vivaldo, que su mismo dueño, pues no es justo ni
acertado que se cumpla la voluntad de quien lo ordena y afuera de todo razonable discurso; y no le
tuviera bueno Augusto César, si consintiera que se pusiera en ejecución lo que el divino Mantuano
dejó en su testamento mandado. Así que, señor Ambrosio, ya que deis el cuerpo de vuestro amigo a
la tierra, no queráis dar sus escritos al olvido; que si él ordenó como agraviado, no es bien que vos
cumpláis como indiscreto, antes haced, dando la vida a estos papeles, que la tenga siempre la
crueldad de Marcela, para que sirva de ejemplo en los tiempos que están por venir a los vivientes,
para que se aparten y huyan de caer en semejantes despeñaderos; que ya sé yo y los que aquí
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