Page 47 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
P. 47

respondió Don Quijote, que yo te sacaré de las manos de los caldeos, cuanto más de las de la

                  Hermandad. Pero dime por tu vida: ¿has tú visto más valeroso caballero que yo en todo lo

                  descubierto de la tierra? ¿Has leído en historias otro que tenga ni haya tenido más brío en acometer,

                  más aliento en el perseverar, más destreza en el herir, ni más maña en el derribar? La verdad sea,

                  respondió Sancho, que yo no he leído ninguna historia jamás, porque ni sé leer ni escribir; mas lo
                  que osaré apostar es que más atrevido amo que vuestra merced yo no le he servido en todos los días

                  de mi vida, y quiera Dios que estos atrevimientos no se paguen donde tengo dicho. Lo que le ruego a

                  vuestra merced es que se cure, que se le va mucha sangre de esa oreja, que aquí traigo hilas y un

                  poco de ungüento blanco en las alforjas. Todo esto fuera bien escusado, respondió Don Quijote, si a

                  mí se me acordara de hacer una redoma del bálsamo de Fierabrás, que con sólo una gota se
                  ahorraran tiempo y medicinas. ¿Qué redoma y qué bálsamo es ese? dijo Sancho Panza. De un

                  bálsamo, respondió Don Quijote, de quien tengo la receta en la memoria, con el cual no hay que

                  tener temor a la muerte, ni hay que pensar morir de ferida alguna; y así, cuando yo le haga y te le dé,

                  no tienes más que hacer sino que cuando vieres que en alguna batalla me han partido por medio del

                  cuerpo, como muchas veces suele acontecer, bonitamente la parte del cuerpo que hubiere caído en

                  el suelo, y con mucha sutileza, antes que la sangre se hiele, la pondrás sobre la otra mitad que

                  quedare en la silla, advirtiendo de encajallo igualmente y al justo. Luego me darás a beber solos dos
                  tragos del bálsamo que he dicho, y verásme quedar más sano que una manzana. Si eso hay, dijo

                  Panza, yo renuncio desde aquí el gobierno de la prometida ínsula, y no quiero otra cosa en pago de

                  mis muchos y buenos servicios, sino que vuestra merced me djé la receta de ese estremado licor, que

                  para mí tengo que valdrá la onza donde quiera más de dos reales, y no he



                  menester yo más para pasar esta vida honrada y descansadamente; pero es de saber ahora si tiene
                  mucha costa el hacella. Con menos de tres reales se pueden hacer tres azumbres, respondió Don

                  Quijote. ¡Pecador de mí! replicó Sancho. ¿Pues a qué aguarda vuestra merced a hacelle y a

                  enseñármele? Calla, amigo, respondió Don Quijote, que mayores secretos pienso enseñarte, y

                  mayores mercedes hacerte; y por ahora curémonos, que la oreja me duele más de lo que yo quisiera.



                                             Portal Educativo EducaCYL
                                              http://www.educa.jcyl.es
   42   43   44   45   46   47   48   49   50   51   52