Page 430 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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entendimiento, se dé a entender que son verdaderas tantas y tan extrañas locuras como las que
están escritas en los disparatados libros de caballerías.
Capítulo 50: De las discretas altercaciones que don Quijote y el canónigo tuvieron, con otros sucesos
-¡Bueno está eso! -respondió don Quijote-. Los libros que están impresos con licencia de los reyes y
con aprobación de aquellos a quien se remitieron, y que con gusto general son leídos y celebrados de
los grandes y de los chicos, de los pobres y de los ricos, de los letrados e ignorantes, de los plebeyos y
caballeros, finalmente, de todo género de personas de cualquier estado y condición que sean,
¿habían de ser mentira, y más llevando tanta apariencia de verdad, pues nos cuentan el padre, la
madre, la patria, los parientes, la edad, el lugar y las hazañas punto por punto y día por día, que el
tal caballero hizo, o caballeros hicieron? Calle vuestra merced, no diga tal blasfemia, y créame que le
aconsejo en esto lo que
debe de hacer como discreto, si no léalos, y verá el gusto que recibe de su leyenda. Si no, dígame:
¿hay mayor contento que ver, como si dijésemos, aquí ahora se muestra delante de nosotros un gran
lago de pez hirviendo a borbollones, y que andan nadando y cruzando por él muchas semientes,
culebras y lagartos, y otros muchos géneros de animales feroces y espantables, y que del medio del
lago sale una voz tristísima que dice: «Tú, caballero, quienquiera que seas, que el temeroso lago
estás mirando, si quieres alcanzar el bien que debajo destas negras aguas se encubre, muestra el
valor de tu fuerte pecho y arrójate en mitad de su negro y encendido licor; porque si así no lo haces,
no serás digno de ver las altas maravillas que en sí encierran y contienen los siete castillos de las
siete fadas que debajo desta negrura yacen?» ¿Y que apenas el caballero no ha acabado de oír la voz
temerosa, cuando, sin entrar más en cuentas consigo, sin ponerse a considerar el peligro a que se
pone, y aun sin despojarse de la pesadumbre de sus fuertes armas, encomendándose a Dios y a su
señora, se arroja en mitad del bullente lago, y cuando no se cata ni sabe dónde ha de parar, se halla
entre unos floridos campos, con quien los Elíseos no tienen que ver en ninguna cosa?
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