Page 423 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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de Calatrava, que se presupone que los que la profesan han de ser, o deben ser, caballeros valerosos,
valientes y bien nacidos; y como ahora dicen caballero de San Juan, o de Alcántara, decían en aquel
tiempo caballero de los doce Pares, porque fueron doce iguales los que para esta religión militar se
escogieron. En lo de que hubo Cid no hay duda, ni menos Bernardo del Carpio; pero de que hicieron
las hazañas que dicen, creo que la hay muy grande. En lo otro de la clavija que vuestra merced dice
del Conde Pierres, y que está junto a la silla de Babieca en la armería de los Reyes, confieso mi
pecado; que soy tan ignorante, o tan corto de vista, que, aunque he visto la silla, no he echado de ver
la clavija, y más siendo tan grande como vuestra merced ha dicho.
-Pues allí está, sin duda alguna –replicó don Quijote-; y, por más señas, dicen que está metida en
una funda de vaqueta, porque no se tome de moho.
-Todo puede ser -respondió el canónigo-; pero por las órdenes que recebí que no me acuerdo
haberla visto. Mas puesto que conceda que está allí, no por eso me obligo a creer las historias de
tantos Amadises, ni las de tanta turbamulta de caballeros como por ahí nos cuentan, ni es razón que
un hombre como vuestra merced, tan honrado y de tan buenas partes, y dotado de tan buen
entendimiento, se dé a entender que son verdaderas tantas y tan extrañas locuras como las que
están escritas en los disparatados libros de caballerías.
Capítulo 49: Donde se trata del discreto coloquio que Sancho Panza tuvo con su señor don Quijote
-¡Ah! -dijo Sancho-. Cogido le tengo: esto es lo que yo deseaba saber, como al alma y como a la vida.
Venga acá, señor; ¿podría negar lo que comúnmente suele decirse por ahí cuando una persona está
de mala voluntad: «No sé qué tiene fulano, que ni come, ni bebe, ni duerme, ni responde a propósito
a lo que le preguntan, que no parece sino que está encantado»? De donde se viene a sacar, que los
que no comen, ni beben, ni duermen, ni hacen las obras naturales que yo digo, estos tales están
encantados; pero no aquellos que tienen la gana que vuestra merced tiene, y que bebe cuando se lo
dan, y come cuando lo tiene, y responde a todo aquello que le preguntan.
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