Page 404 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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con grave y reposado continente, no caminando más de lo que permitía el paso tardo de los bueyes.

                  Don Quijote iba sentado en la jaula, las manos atadas, tendidos los pies, y arrimado a las verjas, con

                  tanto silencio y tanta paciencia como si no fuera hombre de carne, sino estatua de piedra.

                  Y así, con aquel espacio y silencio caminaron hasta dos leguas, que llegaron a un valle, donde le

                  pareció al boyero ser lugar acomodado para reposar y dar pasto a los bueyes, y comunicándolo con

                  el cura, fue de parecer el barbero que caminasen un poco más, porque él sabia que detrás de un

                  recuesto que cerca de allí se mostraba había un valle de más yerba y mucho mejor que aquel donde

                  parar querían. Tomóse el parecer del barbero, y así, tornaron a proseguir su camino.

                  En esto, volvió el cura el rostro, y vio que a sus espaldas venían hasta seis o siete hombres de a

                  caballo, bien puestos y aderezados, de los cuales fueron presto alcanzados, porque caminaban no

                  con la flema y reposo de los bueyes, sino como quien iba sobre mulas de canónigos y con deseo de

                  llegar presto a sestear a la venta, que menos de una legua de allí se parecía. Llegaron los diligentes a
                  los perezosos y saludáronse cortésmente; y uno de los que venían, que, en resolución, era canónigo

                  de Toledo y señor de los demás que le acompañaban, viendo la concertada procesión del carro,

                  cuadrilleros, Sancho, Rocinante, cura y barbero, y más a don Quijote enjaulado y aprisionado, no

                  pudo dejar de preguntar qué significaba llevar aquel hombre de aquella manera; aunque ya se había

                  dado a entender, viendo las insignias de los cuadrilleros, que debía de ser algún facineroso

                  salteador, o otro delincuente cuyo castigo tocase a la Santa Hermandad.

                  Uno de los cuadrilleros, a quien fue hecha la pregunta, respondió ansí:




                  -Señor, lo que significa ir este caballero desta manera dígalo él, porque nosotros no lo sabemos.


                  Oyó don Quijote la plática, y dijo:

                  -¿Por dicha vuestras mercedes, señores caballeros, son versados y peritos en esto de la caballería

                  andante? Porque si lo son, comunicaré con ellos mis desgracias; y si no, no hay para qué me canse

                  en decillas.




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