Page 407 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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desean otras cosas peores; y cada uno es hijo de sus obras; y debajo de ser hombre puedo venir a ser

                  papa, cuanto más gobernador de una ínsula, y más pudiendo ganar tantas mi señor, que le falte a

                  quien dallas. Vuestra merced mire cómo habla, señor barbero; que no es todo hacer barbas, y algo

                  va de Pedro a Pedro. Dígolo porque todos nos conocemos, y a mi no se me ha de echar dado falso. Y

                  en esto del encanto de mi amo Dios sabe la verdad; y quédese aquí, porque es peor meneallo.

                  No quiso responder el barbero a Sancho, porque no descubriese con sus simplicidades lo que él y el

                  cura tanto procuraban encubrir; y por este mesmo temor había el cura dicho al canónigo que

                  caminasen un poco delante; que él le diría el misterio del enjaulado, con otras cosas que le diesen
                  gusto. Hízolo así el canónigo, y adelantándose con sus criados y con él, estuvo atento a todo aquello

                  que decirle quiso de la condición, vida, locura y costumbres de don Quijote, contándole brevemente

                  el principio y causa de su desvarío, y todo el progreso de sus sucesos, hasta haberlo puesto en

                  aquella jaula, y el designio que llevaban de llevarle a su tierra, para ver si por algún medio hallaban

                  remedio a su locura.

                  Admiráronse de nuevo los criados y el canónigo de oír la peregrina historia de don Quijote, y en

                  acabándola de oír, dijo:


                  -Verdaderamente, señor cura, yo hallo por mi cuenta que son perjudiciales en la república estos que
                  llaman libros de caballerías; y aunque he leído, llevado de un ocioso y falso gusto, casi el principio

                  de todos los más que hay impresos, jamás me he podido acomodar a leer ninguno del principio al

                  cabo, porque me parece que, cuál más, cuál menos, todos ellos son una mesma cosa, y no tiene más

                  éste que aquél, ni estotro que el otro. Y según a mi me parece, este género de escritura y

                  composición cae debajo de aquel de las fábulas que llaman milesias, que son cuentos disparatados,

                  que atienden solamente a deleitar, y no a enseñar; al contrario de lo que hacen las fábulas apólogas,
                  que deleitan y enseñan juntamente. Y puesto que el principal intento de semejantes libros sea el

                  deleitar, no sé yo cómo puedan conseguirle, yendo llenos de tantos y tan desaforados disparates;

                  que el






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