Page 392 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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El ventero, que por fuerza había de favorecer a los de su oficio, acudió luego a dalle favor. La

                  ventera, que vio de nuevo a su marido en pendencias, de nuevo alzó la voz, cuyo tenor le llevaron

                  luego Maritornes y su hija, pidiendo favor al cielo y a los que allí estaban. Sancho dijo, viendo lo que

                  pasaba:

                  -¡Vive el Señor, que es verdad cuanto mi amo dice de los encantos deste castillo, pues no es posible

                  vivir una hora con quietud en él!

                  Don Fernando despartió al cuadrillero y a don Quijote y, con gusto de entrambos, les desenclavijó

                  las manos, que el uno en el collar del sayo del uno, y el otro en la garganta del otro, bien asidas

                  tenían; pero no por esto cesaban los cuadrilleros de pedir su preso, y que los ayudasen a dárselo

                  atado y entregado a toda su voluntad, porque así convenía al servicio del rey y de la Santa

                  Hermandad, de cuya parte de nuevo les pedían socorro y favor para hacer aquella prisión de aquel

                  robador y salteador de sendas y de carreras. Reíase de oír decir estas razones don Quijote, y con
                  mucho sosiego dijo:


                  -Venid acá, gente soez y malnacida: ¿saltear de caminos llamáis al dar libertad a los encadenados,

                  soltar los presos, acorrer a los miserables, alzar los caídos, remediar los menesterosos? ¡Ah, gente

                  infame, digna por vuestro bajo y vil entendimiento que el cielo no os comunique el valor que se
                  encierra en la caballería




                  andante, ni os dé a entender el pecado e ignorancia en que estáis en no reverenciar la sombra,

                  cuanto más la asistencia, de cualquier caballero andante! Venid acá, ladrones en cuadrilla, que no

                  cuadrilleros, salteadores de caminos con licencia de la Santa Hermandad; decidme: ¿Quién fue el

                  ignorante que firmó mandamiento de prisión contra un tal caballero como yo soy? ¿Quién el que

                  ignoró que son exentos de todo judicial fuero los caballeros andantes, y que su ley es su espada, sus
                  fueros sus bríos, sus premáticas su voluntad? ¿Quién fue el mentecato, vuelvo a decir, que no sabe

                  que no hay ejecutoria de hidalgo con tantas preeminencias ni exenciones como la que adquiere un

                  caballero andante el día que se arma caballero y se entrega al duro ejercicio de la caballería? ¿Qué



                                             Portal Educativo EducaCYL
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