Page 380 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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Salía en esto Dorotea de su aposento, y tras ella doña Clara, toda turbada; y llamando Dorotea a

                  Cardenio aparte, le contó en breves razones la historia del músico y de doña Clara; a quien el

                  también dijo lo que pasaba de la venida a buscarle los criados de su padre, y no se lo dijo tan

                  callando, que lo dejase de oír Clara; de lo que quedó tan fuera de si, que si Dorotea no llegara a

                  tenerla, diera consigo en el suelo; Cardenio dijo a Dorotea que se volviesen al aposento; que él
                  procuraría poner remedio en todo, y ellas lo hicieron.


                  Ya estaban todos los cuatro que venían a buscar a don Luis dentro de la venta y rodeados dél,

                  persuadiéndole que luego, sin detenerse un punto, volviese a consolar a su padre. El respondió que
                  en ninguna manera lo podía hacer hasta dar fin a un negocio en que le iba la vida, la honra y el alma.

                  Apretáronle entonces los criados, diciéndole que en ningún modo volverían sin él, y que le llevarían,

                  quisiese o no quisiese.


                  -Eso no haréis vosotros -replicó don Luis-, si no es llevándome muerto; aunque de cualquiera
                  manera que me llevéis, será llevarme sin vida.


                  Ya a esta sazón habían acudido a la porfía todos los más que en la venta estaban, especialmente

                  Cardenio, don Fernando, sus camaradas, el oidor, el cura, el barbero y don Quijote, que ya le pareció

                  que no había necesidad de guardar más el castillo. Cardenio, como ya sabia la historia del mozo,
                  preguntó a los que llevarle querían que qué les movía a querer llevar contra su voluntad a aquel

                  muchacho.


                  -Muévenos -respondió uno de los cuatro- dar la vida a su padre, que por la ausencia deste caballero

                  queda a peligro de perderla.

                  A esto dijo don Luis:


                  -No hay para qué se dé cuenta aquí de mis cosas; yo soy libre, y volveré si me diere gusto, y si no,
                  ninguno de vosotros me ha de hacer fuerza.


                  -Harásela a vuestra merced la razón -respondió el hombre-; y cuando ella no bastare con vuestra

                  merced, bastará con nosotros para hacer a lo que venimos y lo que somos obligados.

                  -Sepamos qué es esto de raíz -dijo a este tiempo el oidor.

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