Page 361 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
P. 361

satisfecho de sus voluntades. Especialmente, le ofreció don Fernando que si quería volverse con él,

                  que él haría que el marqués su hermano fuese padrino del bautismo de Zoraida, y que él, por su

                  parte, le acomodaría de manera, que pudiese entrar en su tierra con el autoridad y cómodo que a su

                  persona se debía. Todo lo agradeció cortesísimamente el cautivo, pero no quiso acetar ninguno de

                  sus liberales ofrecimientos.

                  En esto, llegaba ya la noche, y al cerrar della, llegó a la venta un coche, con algunos hombres de a

                  caballo. Pidieron posada; a quien la ventera respondió que no había en toda la venta un palmo

                  desocupado.




                  -Pues aunque eso sea -dijo uno de los de a caballo que habían entrado-, no ha de faltar para el señor
                  oidor que aquí viene.


                  A este nombre se turbó la huéspeda, y dijo:

                  -Señor, lo que en ello hay es que no tengo camas; si es que su merced del señor oidor la trae, que sí

                  debe de traer, entre en buen hora; que yo y mi marido nos saldremos de nuestro aposento, por

                  acomodar a su merced.

                  -Sea en buen hora -dijo el escudero.


                  Pero a este tiempo ya había salido del coche un hombre, que en el traje mostró luego el oficio y

                  cargo que tenía, porque la ropa luenga, con las mangas arrocadas, que vestía, mostraron ser oidor,

                  como su criado había dicho. Traía de la mano a una doncella, al parecer de hasta diez y seis años,
                  vestida de camino, tan bizarra, tan hermosa y tan gallarda, que a todos puso en admiración su vista;

                  de suerte, que a no haber visto a Dorotea, y a Luscinda y Zoraida, que en la venta estaban, creyeran

                  que otra tal hermosura como la desta doncella difícilmente pudiera hallarse. Hallóse don Quijote al

                  entrar del oidor y de la doncella, y así como le vio, dijo:

                  -Seguramente puede vuestra merced entrar y espaciarse en este castillo; que aunque es estrecho y

                  mal acomodado, no hay estrecheza ni incomodidad en el mundo que no dé lugar a las armas y a las

                  letras, y más si las armas y letras traen por guía y adalid a la fermosura, como la traen las letras de

                                             Portal Educativo EducaCYL
                                              http://www.educa.jcyl.es
   356   357   358   359   360   361   362   363   364   365   366