Page 359 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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-Sobrino de mi alma y de mi vida, ya te conozco, y ya te he llorado por muerto yo, y mi hermana, tu

                  madre, y todos los tuyos, que aún viven, y Dios ha sido servido de darles vida para que gocen el

                  placer de verte: ya sabíamos que estabas en Argel, y por las señales y muestras de tus vestidos, y la

                  de todos los desta compañía, comprehendo que habéis tenido milagrosa libertad.

                  -Así es -respondió el mozo-, y tiempo nos quedará para contároslo todo.


                  Luego que los jinetes entendieron que éramos cristianos cautivos se apearon de sus caballos, y cada
                  uno nos convidaba con el suyo para llevamos a la ciudad de Vélez Málaga, que legua y media de allí

                  estaba. Algunos dellos volvieron a llevar la barca a la ciudad, diciéndoles dónde la habíamos dejado;

                  otros nos subieron a las ancas, y Zoraida fue en las del caballo del tío del cristiano. Saliónos a recebir

                  todo el pueblo; que ya de alguno que se había adelantado sabían la nueva de nuestra venida. No se

                  admiraban de ver cautivos libres, ni moros cautivos, porque toda la gente de aquella costa está

                  hecha a ver a los unos y a los otros; pero admirábanse de la hermosura de Zoraida, la cual en aquel
                  instante y sazón estaba en su punto, ansí con el cansancio del camino, como con la alegría de verse

                  ya en tierra de cristianos, sin sobresalto de perderse; y esto le había sacado al rostro tales colores,

                  que si no es que la afición entonces me engañaba, osaré decir que más hermosa criatura no había en

                  el mundo; a lo menos, que yo la hubiese visto.

                  Fuimos derechos a la iglesia a dar gracias a Dios por la merced recebida; y así como en ella entró

                  Zoraida, dijo que allí había rostros que se parecían a los de Lela Marién. Dijimosle que eran

                  imágenes suyas, y como mejor se pudo le dio el renegado a entender lo que significaban, para que

                  ella las adorase como si verdaderamente fueran cada una dellas la misma. Lela Marién que la había

                  hablado. Ella, que tiene buen entendimiento y un natural fácil y claro, entendió luego cuanto acerca

                  de las imágenes se le dijo. Desde allí nos llevaron y repartieron a todos en diferentes casas del
                  pueblo; pero al renegado, Zoraida y a mi nos llevó el cristiano que vino con nosotros, y en casa de

                  sus padres, que medianamente eran acomodados de los bienes de fortuna, nos regalaron con tanto

                  amor como a su mismo hijo.


                  Seis días estuvimos en Vélez, al cabo de los cuales, el renegado, hecha su información de cuanto le
                  convenía, se fue a la ciudad de Granada a reducirse por medio de la Santa Inquisición al gremio

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