Page 339 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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noche volvió nuestro renegado, y nos dijo que había sabido que en aquella casa vivía el mesmo moro
que a nosotros nos habían dicho, que se llamaba Agi Morato, riquísimo por todo extremo, el cual
tenía una sola hija, heredera de toda su hacienda, y que era común opinión en toda la ciudad ser la
más hermosa mujer de la Berbería; y que muchos de los virreyes que allí venían la habían pedido
por mujer, y que ella nunca se había querido casar, y que también supo que tuvo una cristiana
cautiva, que ya se había muerto; todo lo cual concertaba con lo que venia en el papel.
Entramos luego en consejo con el renegado en qué orden se tendría para sacar a la mora y venirnos
todos a tierra de cristianos, y, en fin, se acordó por entonces que esperásemos al aviso segundo de
Zoraida, que así se llamaba la que ahora quiere llamarse Maria; porque bien vimos que ella y no otra
alguna era la que había de dar medio a todas aquellas dificultades. Después que quedamos en esto,
dijo el renegado que no tuviésemos pena; que él perdería la vida, o nos pondría en libertad. Cuatro
días estuvo el baño con gente, que fue ocasión que cuatro días tardase en parecer la caña; al cabo de
los cuales, en la acostumbrada soledad del baño, pareció con el lienzo tan preñado, que un felicísimo
parto prometía. Inclinóse a mi la caña y el lienzo; hallé en él otro papel y cien escudos de oro, sin
otra moneda alguna. Estaba allí el renegado; dimosle a leer el papel dentro de nuestro rancho, el
cual dijo que así decía:
Yo no sé, mi señor, cómo dar orden que nos Vamos a España, ni Lela Marién me lo ha dicho, aunque
yo se lo he preguntado; lo que se podrá hacer es que yo os daré por esta ventana muchísimos
dineros de oro; rescataos vos con ellos, y vuestros
amigos, y vaya uno en tierra de cristianos, y compre allá una barca, y vuelva por los demás; y a mí
me hallaran en el jardín de mi padre, que está a la puerta de Babazón junto a la marina, donde tengo
de estar todo este verano con mi padre y con mis criados. De allí, de noche, me podréis sacar sin
miedo, y llevarme a la barca; y mira que has de ser mi marido, porque si no, yo pediré a Marién que
te castigue. Si no te fías de nadie que vaya por la barca, rescátate tu y ve; que ya sé que volverás
mejor que otro, pues eres caballero y cristiano. Procura saber el jardín, y cuando te pasees por ahí
sabré que está solo el baño, y te daré mucho dinero. Alá te guarde, señor mío.
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