Page 337 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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pluma, porque mejor lo hiciese. Dímosle luego lo que pedía, y él poco a poco lo fue traduciendo, y en
acabando, dijo:
-Todo lo que va aquí en romance sin faltar letra, es lo que contiene este papel morisco, y hase de
advertir que adonde dice Lela Marién quiere decir Nuestra Señora la Virgen María.
Leimos el papel, y decía así:
Cuando yo era niña, tenía mi padre una esclava, la cual en mi lengua me mostró la zalá crístianesca,
y Me dijo muchas cosas de Lela Marién. La cristiana murió, y yo sé que no fue al fuego, sino con Alá
porque después la vi dos veces, y me dijo que me fuese a tierra de cristianos a ver a Lela Marién, que
me quería mucho. No sé yo cómo vaya: muchos cristianos he visto por esta ventana, y ninguno me
ha parecido caballero como tú. Yo soy muy hermosa y muchacha, y tengo muchos dineros que llevar
conmigo; mira tú si puedes hacer cómo nos vamos, y serás allá mi marido, si quisieres, y si no
quisieres, no se me dará nada; que Lela Marién me dará con quien me case. Yo escribí esto; mira a
quién lo das a leer: no te fíes de ningún moro, porque son todos marfuces. Desto tengo mucha pena;
que quisiera que no te descubrieras a nadie; porque si mi padre lo sabe, me echará luego en un pozo,
y me cubrirá de piedras. En la caña pondré un hilo: ata allí la respuesta; y si no tienes quien te
escriba arábigo, dímelo por señas; que Lela Marién hará que te entienda. Ella y Alá te guarden, y esa
cruz que yo beso muchas veces; que así me lo mandó la cautiva.
Mirad, señores, si era razón que las razones deste papel nos admirasen y alegrasen; y así, lo uno y lo
otro fue de manera, que el renegado entendió que no acaso se había hallado aquel papel, sino que
real mente a alguno de nosotros se había escrito; y así, nos rogó que si era verdad lo que sospechaba,
que nos fiásemos dél y se lo dijésemos, que él aventuraría su vida por nuestra libertad. Y diciendo
esto, sacó del pecho un crucifijo de metal, y con muchas lágrimas juró por el Dios que aquella
imagen representaba, en quien él, aunque pecador y malo, bien y fielmente creía, de guardarnos
lealtad y secreto en todo cuanto quisiésemos descubrirle, porque le parecía, y casi adevinaba, que
por medio de aquella que aquel papel había escrito había él y todos nosotros de tener libertad, y
verse él en lo que tanto deseaba, que era reducirse al gremio de la santa Iglesia su madre, de quien
como miembro podrido estaba dividido y apartado, por su ignorancia y pecado.
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