Page 324 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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se la daba en gastalla. Y la condición que tenía de ser liberal y gastador le procedió de haber sido
soldado los años de su juventud; que es escuela la soldadesca donde el mezquino se hace franco, y el
franco, pródigo; y si algunos soldados se hallan miserables, son como monstruos que se ven raras
veces. Pasaba mi padre los términos de la liberalidad y rayaba en los de ser pródigo, cosa que no le
es de ningún provecho al hombre casado y que tiene hijos que le han de suceder en el nombre y en el
ser. Los que mi padre tenía eran tres, todos varones y todos de edad de poder elegir estado. Viendo,
pues, mi padre que, según él decía, no podía irse a la mano contra su condición, quiso privarse del
instrumento y causa que le hacia gastador y dadivoso, que fue privarse de la hacienda, sin la cual el
mismo Alejandro pareciera estrecho. Y así, llamándonos un día a todos tres a solas en un aposento,
nos dijo unas razones semejantes a las que ahora diré:
«-Hijos, para deciros que os quiero bien basta saber y decir que sois mis hijos; y para entender que
os quiero mal basta saber que no me voy a la mano en lo que toca a conservar vuestra hacienda.
Pues para que entendáis desde aquí adelante que os quiero como padre, y que no os quiero destruir
como padrastro, quiero hacer una cosa con vosotros que ha muchos días que la tengo pensada y con
madura consideración dispuesta. Vosotros estáis ya en edad de tomar estado, o, a lo menos, de
elegir ejercicio, tal, que, cuando mayores, os honre y aproveche. Y lo que he pensado es hacer de mi
hacienda cuatro partes: las tres os daré a vosotros,
a cada uno lo que le tocare, sin exceder en cosa alguna, y con la otra me quedaré yo para vivir y
sustentarme los días que el cielo fuere servido de darme de vida. Pero querría que después que cada
uno tuviese en su poder la parte que le toca de su hacienda, siguiese uno de los caminos que le diré.
Hay un refrán en nuestra España, a mi parecer, muy verdadero, como todos lo son, por ser
sentencias breves sacadas de la luenga y discreta experiencia; y el que yo digo dice: «Iglesia, o mar,
o casa real», como si más claramente dijera: «Quien quisiere valer y ser rico, siga, o la Iglesia, o
navegue, ejercitando el arte de la mercancía, o entre a servir a los reyes en sus casas»; porque dicen:
«Más vale migaja de rey que merced de señor». Digo esto porque querría, y es mi voluntad, que uno
de vosotros siguiese las letras, el otro la mercancía, y el otro sirviese al rey en la guerra, pues es
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