Page 328 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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entrando y que los alcanzaba, soltaron todos a un tiempo los remos, y asieron de su capitán, que

                  estaba sobre el estanterol gritando que bogasen apriesa, y pasándole de banco en banco, de popa a

                  proa, le dieron bocados, que a poco mas que pasó del árbol ya había pasado su




                  ánima al infierno: tal era, como he dicho, la crueldad con que los trataba, y el odio que ellos le

                  tenían. Volvimos a Constantinopla, y el año siguiente, que fue el de setenta y tres, se supo en ella
                  como el señor don Juan había ganado a Túnez, y quitado aquel reino a los turcos, y puesto en

                  posesión dél a Muley Hamet, cortando las esperanzas que de volver a reinar en él tenía Muley

                  Hamida, el moro más cruel y más valiente que tuvo el mundo. Sintió mucho esta pérdida el Gran

                  Turco, y, usando de la sagacidad que todos los de su casa tienen, hizo paz con venecianos, que

                  mucho más que él la deseaban, y el año siguiente de setenta y cuatro acometió a la Goleta, y al fuerte

                  que junto a Túnez había dejado medio levantado el señor don Juan. En todos estos trances andaba
                  yo al remo, sin esperanza de libertad alguna; a lo menos, no esperaba tenerla por rescate, porque

                  tenía determinado de no escribir las nuevas de mi desgracia a mi padre.


                  Perdióse, en fin, la Goleta, perdióse el fuerte, sobre las cuales plazas hubo de soldados turcos

                  pagados setenta y cinco mil, y de moros y alárabes de toda la África, más de cuatrocientos mil,
                  acompañado este gran número de gente con tantas municiones y pertrechos de guerra, y con tantos

                  gastadores, que con las manos y a puñados de tierra pudieran cubrir la Goleta y el fuerte. Perdióse

                  primero la Goleta, tenida hasta entonces por inexpugnable, y no se perdió por culpa de sus

                  defensores (los cuales hicieron en su defensa todo aquello que debían y podían), sino porque la

                  experiencia mostró la facilidad con que se podían levantar trincheas en aquella desierta arena,

                  porque a dos palmos se hallaba agua, y los turcos no la hallaron a dos varas; y así, con muchos sacos
                  de arena levantaron las trincheas tan altas, que sobrepujaran las murallas de la fuerza; y tirándoles

                  a caballero, ninguno podía parar, ni asistir a la defensa.


                  Fue común opinión que no se habían de encerrar los nuestros en la Goleta, sino esperar en campaña

                  al desembarcadero, y los que esto dicen hablan de lejos y con poca experiencia de casos semejantes;
                  porque si en la Goleta y en el fuerte apenas había siete mil soldados, ¿cómo podía tan poco número,

                                             Portal Educativo EducaCYL
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