Page 321 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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letrados; porque de faldas, que no quiero decir de mangas, todos tienen en qué entretenerse; así
que, aunque es mayor el trabajo del soldado, es mucho menor el premio.
Pero a esto se puede responder que es más fácil premiar a dos mil letrados que a treinta mil
soldados, porque a aquellos se premian con darles oficios que por fuerza se han de dar a los de su
profesión, y a éstos no se pueden premiar sino con la mesma hacienda del señor a quien sirven; y
esta imposibilidad fortifica más la razón que tengo. Pero dejemos esto aparte, que es laberinto de
muy dificultosa salida, sino volvamos a la preeminencia de las armas contra las letras, materia que
hasta ahora está por averiguar, según son las razones que cada una de su parte alega; y entre las que
he dicho, dicen las letras que sin ellas no se podrían sustentar las armas, porque la guerra también
tiene sus leyes y está sujeta a ellas, y que las leyes caen debajo de lo que son letras y letrados.
A esto responden las armas que las leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se
defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos,
se despejan los mares de cosarios, y, finalmente, si por ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las
monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y a la confusión que
trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de sus previlegios y de sus fuerzas.
Y es razón averiguada que aquello que más cuesta se estima y debe de estimar en más. Alcanzar
alguno a ser eminente en letras le cuesta tiempo, vigilias, hambre, desnudez, vaguidos de cabeza,
indigestiones de estómago, y otras cosas a éstas adherentes, que, en parte, ya las tengo referidas;
mas llegar uno por sus términos a ser buen soldado le cuesta todo lo que al estudiante en tanto
mayor grado, que no tiene comparación, porque a cada paso está a pique de perder la vida. Y ¿qué
temor de necesidad y pobreza puede llegar ni fatigar al estudiante, que llegue al que tiene un
soldado, que, hallándose cercado en alguna fuerza, y estando de posta o guarda en algún rebellín o
caballero, siente que los enemigos están minando hacia la parte donde él está, y no puede apartarse
de allí por ningún caso, ni huir el peligro que de tan cerca le amenaza? Sólo lo que puede hacer es
dar noticia a su capitán de lo que pasa, para que lo remedie con alguna contramina, y él estarse
quedo, temiendo y esperando cuándo improvisamente ha de subir a las nubes sin alas, y bajar al
profundo sin su voluntad. Y si éste parece pequeño peligro, veamos si le iguala o hace ventaja el de
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