Page 316 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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-Por ella y por mi -respondió el cautivo- os beso, señora mía, las manos, y estimo mucho y en lo que
                  es razón la merced ofrecida, que en tal ocasión, y de tales personas como vuestro parecer muestra,

                  bien se echa de ver que ha de ser muy grande.


                  -Decidme, señor -dijo Dorotea-: ¿esta señora es cristiana, o mora? Porque el traje y el silencio nos

                  hace pensar que es lo que no querríamos que fuese.

                  -Mora es en el traje y en el cuerno; pero en el alma es muy grande cristiana, porque tiene

                  grandísimos deseos de serlo.

                  -Luego ¿no es baptizada? -replicó Luscinda.


                  -No ha habido lugar para ello -respondió el cautivo- después que salió de Argel, su patria y tierra, y

                  hasta agora no se ha visto en peligro de muerte tan cercana, que obligase a baptizalla sin que supiese
                  primero todas las ceremonias que nuestra Madre la Santa Iglesia manda; pero Dios será servido que

                  presto se bautice, con la decencia que la calidad de su persona merece, que es más de lo que muestra

                  su hábito y el mío.


                  Con estas razones puso gana en todos los que escuchándole estaban de saber quién fuese la mora y
                  el cautivo; pero nadie se lo quiso preguntar por entonces, por ver que aquella sazón era más para

                  procurarles descanso que para preguntarles sus vidas. Dorotea la tomó por la mano, y la llevó a

                  sentar junto a sí, y le rogó que se quitase el embozo. Ella miró al cautivo, como si le preguntara le

                  dijese lo que decían y lo que ella haría. El, en lengua arábiga, le dijo que le pedían se quitase el

                  embozo, y que lo hiciese; y así, se lo quitó, y descubrió un rostro tan hermoso, que Dorotea la tuvo

                  por más hermosa que a Luscinda, y Luscinda por más hermosa que a Dorotea, y todos los

                  circunstantes conocieron que si alguno se podría igualar al de las dos, era el de la mora, y aun hubo
                  algunos que le aventajaron en alguna cosa. Y como la hermosura tenga prerrogativa y gracia de

                  reconciliar los ánimos y atraer las voluntades, luego se rindieron todos al deseo de servir y acariciar

                  a la hermosa mora.





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