Page 30 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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compuesto por Antonio de Lofraso, poeta sardo. Por las órdenes que recibí, dijo el cura, que desde
que Apolo fue Apolo, y las musas musas, y los poetas poetas, tan gracioso ni tan disparatado libro
como ese no se ha compuesto, y que por su camino es el mejor y el más único de cuantos de este
género han salido a la luz del mundo; y el que no le ha leído puede hacer cuenta que no ha leído
jamás cosa de gusto. Dádmele acá, compadre, que precio más de haberle hallado, que si me dieran
una sotana de raja de Florencia. Púsole aparte con grandísimo gusto, y el Barbero prosiguió
diciendo: Estos que siguen son el Pastor de Iberia, Ninfas de Henares y Desengaño de Zelos. Pues
no hay más que hacer, dijo el cura, sino entregárselos al brazo seglar del ama, y no se me pregunte el
porqué, que sería nunca acabar. Este que viene es el Pastor de Filida. No es ese pastor, dijo el cura,
sino muy discreto cortesano; guárdese como joya preciosa. Este grande que aquí viene se intitula,
dijo el barbero, Tesoro de varias poesías. Como ellas no fueran tantas, dijo el cura, fueran más
estimadas; menester es que este libro se escarde y limpie de algunas bajezas que entre sus grandezas
tiene; guárdese, porque su autor es amigo mío, y por respeto de otras más heroicas y levantadas
obras que ha escrito. Este es, siguió el barbero, el Cancionero de López Maldonado. También el
autor de ese libro, replicó el cura, es grande amigo mío, y sus versos en su boca admiran a quien los
oye, y tal es la suavidad de la voz con que los canta, que encanta; algo largo es en las églogas, pero
nunca lo bueno fue mucho, guárdese con los escogidos. Pero ¿qué libro es ese que está junto a él? La
Galatea de Miguel de Cervantes, dijo el barbero. Muchos años ha que es grande amigo mío ese
Cervantes, y sé que es más versado en desdichas que en versos. Su libro tiene algo de buena
invención, propone algo y no concluye nada. Es menester esperar la segunda parte que promete;
quizá con la enmienda alcanzará del todo la misericordia que ahora se le niega; y entre tanto que
esto se vé, tenedle recluso en vuestra posada, señor compadre. Que me place, respondió el barbero;
y aquí vienen tres todos juntos: la Araucana de don Alonso de Ercilla; la Austríada de don Juan
Rufo, jurado de Córdoba y el Montserrat de Cristóbal de Virues, poeta valenciano. Todos estos tres
libros, dijo el cura, son los mejores que en verso heroico, en lengua castellana están escritos, y
pueden competir con los más famosos de Italia: guárdense como las más ricas prendas de poesía
que tiene España. Cansóse el cura de ver más libros, y así a carga cerrada, quiso que todos los demás
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