Page 293 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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Con esto quedó Anselmo el hombre más sabrosamente engañado que pudo haber en el mundo: él
mismo llevaba por la mano a su casa, creyendo que llevaba el instrumento de su gloria, toda la
perdición de su fama. Recebíale Camila con rostro, al parecer, torcido, aunque con alma risueña.
Duró este engaño algunos días, hasta que al cabo de pocos meses volvió Fortuna su rueda, y salió a
plaza la maldad con tanto artificio hasta allí cubierta, y a Anselmo le costó la vida su impertinente
curiosidad.
Capítulo 35: Que trata de la brava y descomunal batalla que don Quijote tuvo con unos cueros de
vino tinto, y se da fin a la novela del curioso impertinente
Poco más quedaba por leer de la novela, cuando del caramanchón donde reposaba don Quijote salió
Sancho Panza todo alborotado, diciendo a voces:
-Acudid, señores, presto y socorred a mi señor, que anda envuelto en la más reñida y trabada batalla
que mis ojos han visto. ¡Vive Dios, que ha dado una cuchillada al gigante enemigo de la señora
princesa Micomicona, que le ha tajado la cabeza cercen a cercen como si fuera un nabo!
-¿Qué decís, hermano? -dijo el cura, dejando de leer lo que de la novela quedaba-. ¿Estáis en vos,
Sancho? ¿Cómo diablos puede ser eso que decís, estando el gigante dos mil leguas de aquí?
En esto, oyeron un gran ruido en el aposento, y que don Quijote decía a voces:
-¡Tente, ladrón, malandrín, follón; que aquí te tengo, y no te ha de valer tu cimitarra!
Y parecía que daba grandes cuchilladas por las paredes. Y dijo Sancho:
-No tienen que pararse a escuchar, sino entren a despartir la pelea, o a ayudar a mi amo; aunque ya
no será menester, porque, sin duda alguna, el gigante está ya muerto, y dando cuenta a Dios de su
pasada y mala vida; que yo vi correr la sangre por el suelo, y la cabeza cortada y caída a un lado, que
es tamaña como un gran cuero de vino.
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