Page 281 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
P. 281

-No corre por ti esa razón -respondió Leonela-, porque el amor, según he oído decir, unas veces

                  vuela, y otras anda; con éste corre, y con aquél va despacio; a unos entibia, y a otros abrasa; a unos

                  hiere, y a otros mata; en un mesmo punto comienza la carrera de sus deseos, y en aquel mesmo

                  punto la acaba y concluye; por la mañana suele poner el cerco a una fortaleza, y a la noche la tiene

                  rendida, porque no hay fuerza que le resista. Y siendo así, ¿de qué te espantas, o de qué temes, si lo
                  mismo debe de haber acontecido a Lotario, habiendo tomado el amor por instrumento de rendirnos

                  la ausencia de mi señor? Y era forzoso que en ella se concluyese lo que el amor tenía determinado,

                  sin dar tiempo al tiempo para que Anselmo le tuviese de volver, y con su presencia quedase

                  imperfecta la obra; porque el amor no tiene otro mejor ministro para ejecutar lo que desea que es la

                  ocasión; de la ocasión se sirve en todos sus hechos, principalmente en los principios. Todo esto sé yo
                  muy bien más de experiencia que de oídas, y algún día te lo diré, señora; que yo también soy de

                  carne, y de sangre moza. Cuanto más, señora Camila, que no te entregaste ni diste tan luego, que

                  primero no hubieses visto en los ojos, en los suspiros, en las razones y en las promesas y dádivas de

                  Lotario toda su alma, viendo en ella y en sus virtudes cuán digno era Lotario de ser amado. Pues si

                  esto es ansí, no te asalten la imaginación esos escrupulosos y melindrosos pensamientos; sino

                  asegúrate que Lotario te estima como tú le estimas a él, y vive con contento y satisfacción de que ya

                  que caíste en el lazo amoroso, es el que te aprieta de valor y de estima, y que no sólo tiene las cuatro
                  eses que dicen que han de tener los buenos enamorados, sino todo un abecé entero: si no,

                  escúchame, y verás como te le digo de coro. El es, según yo veo y a mi me parece, agradecido, bueno,

                  caballero, dadivoso, enamorado, firme, gallardo, ilustre, leal, mozo, noble, onesto, principal,

                  quantioso, rico, y las eses que dicen, y luego, tácito, verdadero. La X no le cuadra, porque es letra

                  áspera; la Y ya está dicha; la Z, zelador de tu honra.

                  Rióse Camila del abecé de su doncella, y túvola por más plática en las cosas de amor que ella decía; y

                  así lo confesó ella, descubriendo a Camila cómo trataba amores con un mancebo bien nacido, de la

                  mesma ciudad; de lo cual se turbó Camila, temiendo que era aquél camino por donde su honra

                  podía correr riesgo. Apuróla si pasaban sus pláticas a más que serlo. Ella, con poca vergüenza y

                  mucha desenvoltura, le respondió que sí pasaban. Porque es cosa ya cierta que los descuidos de las


                                             Portal Educativo EducaCYL
                                              http://www.educa.jcyl.es
   276   277   278   279   280   281   282   283   284   285   286