Page 280 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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de vida y gloria y de favor desierto,
y allí verse podrá en mi pecho abierto,
cómo tu hermoso rostro está esculpido.
Que esta reliquia guardo para el duro
trance que me amenaza mi porfía,
que en tu mismo rigor se fortalece.
¡Ay de aquel que navega, el cielo escuro,
por mar no usado y peligrosa vía,
adonde norte o puerto no se ofrece!
También alabó este segundo soneto Anselmo como había hecho el primero, y desta manera iba
añadiendo eslabón a eslabón a la cadena con que se enlazaba y trababa su deshonra, pues cuando
más Lotario le deshonraba, entonces le decía que estaba más honrado; y con esto, todos los
escalones que Camila bajaba hacia el centro de su menosprecio, los subía, en la opinión de su
marido, hacia la cumbre de la virtud y de su buena fama. Sucedió en esto que, hallándose una vez,
entre otras, sola Camila con su doncella, le dijo:
-Corrida estoy, amiga Leonela, de ver en cuán poco he sabido estimarme, pues siquiera no hice que
con el tiempo comprara Lotario la entera posesión que le di tan presto de mi voluntad. Temo que ha
de desestimar mi presteza o ligereza, sin que eche de ver la fuerza que él me hizo para no poder
resistirle.
-No te dé pena eso, señora mía -respondió Leonela-; que no está la monta ni es causa para menguar
la estimación darse lo que se da presto, si, en efecto, lo que se da es bueno, y ello por sí digno de
estimarse. Y aun suele decirse que el que luego da, da dos veces.
-También se suele decir -dijo Camila- que lo que cuesta poco se estima en menos.
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