Page 277 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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virtudes que pueden hacer loable y bien afortunada a una honrada mujer. Vuelve a tomar tus

                  dineros, amigo, que aquí los tengo, sin haber tenido necesidad de tocar a ellos; que la entereza de

                  Camila no se rinde a cosas tan bajas como son dádivas ni promesas. Conténtate, Anselmo, y no

                  quieras hacer más pruebas de las hechas; y, pues a pie enjuto has pasado el mar de las dificultades y

                  sospechas que de las mujeres suelen y pueden tenerse, no quieras entrar de nuevo en el profundo
                  piélago de nuevos inconvenientes, ni quieras hacer experiencia con otro piloto de la bondad y

                  fortaleza del navío que el cielo te dio en suerte para que en él pasases la mar deste mundo; sino haz

                  cuenta que estás ya en seguro puerto, y aférrate con las áncoras de la buena consideración, y déjate

                  estar hasta que te vengan a pedir la deuda que no hay hidalguía humana que de pagarla se excuse.

                  Contentísimo quedó Anselmo de las razones de Lotario, y así se las creyó como si fueran dichas por

                  algún oráculo; pero, con todo eso, le rogó que no dejase la empresa, aunque no fuese más de por

                  curiosidad y entretenimiento; aunque no se aprovechase de allí adelante de tan ahincadas

                  diligencias como hasta entonces; y que sólo quería que le escribiese algunos versos en su alabanza,

                  debajo del nombre de Clori, porque él le daría a entender a Camila que andaba enamorado de una
                  dama, a quien le había puesto aquel nombre, por poder celebrarla con el decoro que a su honestidad

                  se le debía; y que, cuando Lotario no quisiera tomar trabajo de escribir los versos, que él los haría.


                  -No será menester eso -dijo Lotario--; pues no me son tan enemigas las musas que algunos ratos del

                  año me visiten. Dile tú a Camila lo que has dicho del fingimiento de mis amores; que los versos yo
                  los haré, si no tan buenos como el sujeto merece, serán, por lo menos, los mejores que yo pudiere.


                  Quedaron deste acuerdo el impertinente y el traidor amigo; y, vuelto Anselmo a su casa, preguntó a

                  Camila lo que ella ya se maravillaba que no se lo hubiese preguntado, que fue que le dijese la

                  ocasión por que le había escrito el papel que le envió. Camila le respondió que le había parecido que
                  Lotario la miraba un poco más desenvueltamente que cuando él estaba en casa; pero que ya estaba

                  desengañada y creía que había sido imaginación suya, porque ya Lotario huía de vella y de estar con

                  ella a solas.







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